domingo, 28 de marzo de 2010

UN MOTIN

Acabo de leer la historia del acorazado Potemkin (Motín Rojo. Neal Bascomb) y no puedo dejar de pensar en la Venezuela represiva de hoy. Más allá de lo anecdótico de la toma del acorazado por los marineros, el asesinato de su capitán y el envío a tierra de sus oficiales está el descontento de las clases medias y bajas con el gobierno del Zar Nicolás II. El pueblo estaba sufriendo de desempleo, desabastecimiento y represión. Además en el año (1905) de los acontecimientos narrados, Rusia estaba en guerra con Japón y gran parte de los recursos del Estado que hubieran servido para mejorar las condiciones de la ciudadanía estaban dedicados a ese conflicto.
La historia del Potemkin, se registra como el primer intento serio de organizar una protesta masiva contra el Zar. Los marineros y su líder, Matiushenko, tomaron el Potemkin pero ese no era el único objetivo. El plan era, también, conseguir que la flota rusa que estaba en el Mar Negro se insubordinara. Luego atacarían a varias ciudades y estimularían la rebelión ciudadana. Sin embargo, sólo un buque se sumó al esfuerzo, pero los abandonó a los pocos días y los líderes del Potemkin decidieron no bombardear a Odessa, donde ancló en espera de una rebelión que no llegó.
A los marineros del Potemkin, los habitantes de algunas ciudades los apoyaron, tenían como meta obligar al Zar a decretar medidas que favorecieran al pueblo, terminara la represión y se obtuviera una representación popular en la Duna. Al final, por la falta de apoyo de la flota rusa, el Potemkin ancló y se entregó en Constanza (Rumania) y gran parte de su tripulación pudo escapar del castigo inevitable debido al asilo que le concedieron las autoridades rumanas. No así su líder Matiushenko, que había regresado clandestinamente a Rusia, fue apresado por las autoridades y condenado a muerte. El 19 de octubre de 1905 fue ahorcado.
Lo pertinente para nosotros del motín del Potemkin y las huelgas y protestas que lo siguieron hasta lograr el derrocamiento del Zar en 1917, es que una vez instalada la revolución ignoró a los líderes, aún vivos, del Potemkin y poco tiempo después estableció un régimen de persecuciones a quienes pensaban diferente, una represión que hizo purgas, a veces, indiscriminadamente y la imposición de un estado de terror. De la revolución rusa que comenzó con la toma del Potemkin quedó muy poco alivio para el pueblo. Varios de los líderes de la insurrección abandonaron Rusia, probablemente arrepentidos, de que su gesta lo que había logrado era cambiar una autocracia por otra. Con la sola diferencia de que ahora el régimen cometía todas sus tropelías en nombre del pueblo.
Algunas revoluciones terminan con gobiernos peores que los que sustituyen y hasta más fuertes. En efecto, al pueblo le tomó 12 años destituir al Zar (1905-1917), mientras que el régimen comunista de la Unión Soviética, duró 74 años. A veces, es más difícil librarse de un gobierno que nace de una revolución, cuando atenta contra los derechos humanos, que destronar a un monarca autócrata.
Si alguien ve algún paralelismo con lo que sucedió en Rusia y nuestra Venezuela de hoy…tiene razón.
PD: Unas cortas líneas para solidarizarme totalmente con Oswaldo Álvarez Paz, Guillermo Zuloaga y Wilmer Azuaje. Sus procesos judiciales, y la de muchos otros, nos recuerdan como algunas revoluciones se deterioran, violan sus principios y se aferran al poder. Una manera de luchar contra “eso” es nunca olvidar a los presos del régimen. Hasta ahora, muchos han quedado aislados e indefensos. Eso no puede seguir así. alberto_quiros@intercon.net.ve

domingo, 21 de marzo de 2010

¿Y SI?

Leo “La Loca de la Casa” de Rosa Montero, un libro parte novela (ficción), parte biografía (auto) y parte ensayo (sobre la novela y cómo escribirla). Es un alarde de buena escritura, de imaginación y con mucho de lo que los españoles llaman “duende”. Dentro de las muchas de las genialidades que se le ocurren a “La loca de la casa” que reside en el cerebro de la autora está la de recordar lo útil del “¿y si…?” Un ejercicio que hace Montero ante personas que se puede uno tropezar a diario. El asunto se maneja así: Usted está esperando turno en la taquilla de un banco y una anciana con un niño se acerca al cajero, entonces usted piensa “¿y si esta señora fuera una ladrona que usa al niño para robar? ¿Y si estuviera retirando sus últimos dineros para darle de comer al niño que pasa hambre? ¿Y si es una señora rica que viene a depositar el dinero que acaba de recaudar?”, etc. Cada “y si”, a partir de estas primeras impresiones, sirve para desarrollar un tema que puede ser un cuento, una novela o una nota periodística. En el mundo de la planificación los “y si” se llaman escenarios, aunque estos no tienen el ingrediente de ficción creativa que poseen los “y si”.
Ante el desastre nacional se me ocurren varios “y si”: ¿y si el país se queda de verdad a oscuras y sin agua? ¿Y si al régimen se le acabó el dinero? ¿Y si el caso de la ETA-FARC termina en una acción internacional formal contra el régimen? ¿Y si continua el desabastecimiento de víveres de primera necesidad? ¿Y si se dispara la inflación? ¿Y si la oposición gana la mayoría en la Asamblea Nacional?
Este último “y si” es demasiado tentador como para no derivar de allí otros: ¿Y si una Asamblea Nacional opositora nombra nuevos jueces en el TSJ, nueva Fiscalía, nueva Defensoría del Pueblo y nuevos rectores en el CNE? ¿Y si se promueve una ley general de amnistía para todos los presos políticos? ¿Y si se ordenara una auditoria técnica y financiera a todas las empresas del Estado con énfasis en las de Guayana? ¿Y si se decidiera devolver a sus legítimos dueños las tierras ilegalmente confiscadas? ¿Y si se reconsideraran las nacionalizaciones ineficientes de empresas productivas? ¿Y si se interviniese a PDVSA y se promulgara una nueva ley que otorgara, de verdad, a los venezolanos la propiedad del subsuelo? ¿Y si se diseñara un sistema de seguridad social solidario que cubra a todos los ciudadanos en educación, salud, seguro de desempleo y pensiones? ¿Y si se suspende el control de cambio? ¿Y si se auditan las misiones? ¿Y si se publica auditada la historia del balance económico/financiero con Cuba en los últimos 10 años? ¿Y si se hace un censo de todos los cubanos que hay en Venezuela y las posiciones que ocupan? ¿Y si todos los ministros tuvieran que explicar su gestión ante una Asamblea Nacional opositora y eficiente? ¿Y si el presidente de la república tuviera que explicar todas las donaciones que le ha hecho a otros países y el destino del dinero de su partida para gastos personales? ¿Y si el chavismo pidiera la reconciliación? ¿Y si Chávez renunciara?
Cualquier gobierno democrático y transparente debería haber resuelto todos los “y si” que se derivarán a partir del triunfo de la oposición en los próximos comicios. Pero, este régimen no ha podido ni podrá enderezar su entuerto.
Por último, “Y si” pasan todos los “y si” aquí sugeridos, ¿cuántos de los funcionarios de hoy darán la cara?
Los autócratas en ejercicio se evitarían muchas sorpresas si se familiarizaran anticipadamente con los “y si” que se harán presentes cuando pierdan el poder. alberto_quiros@intercon.net.ve

domingo, 14 de marzo de 2010

LAS OPCIONES II

En mi artículo anterior no mencioné lo inconveniente de atacar al CNE, acusándolo de parcializado, creando en el electorado la convicción de que vote como vote un fraude le daría el triunfo a Chávez. Eso estimularía la abstención lo cual favorecerá al oficialismo.
Por otra parte, tampoco podemos ignorar el descarado ventajismo de Chávez, el abuso de los recursos públicos, las amenazas a los servidores del Estado y la inclinación de la mayoría de los rectores del CNE hacia el oficialismo. ¿Qué hacer entonces? Ataquemos todo lo que de sesgado tiene el proceso electoral pero aclarando que tenemos instrumentos para neutralizar el ventajismo y que pese al abuso de poder del régimen, lo derrotaremos decisivamente en las elecciones de septiembre de 2010. Veamos cómo:
Lo imprescindible es contar ya con testigos entrenados y confiables en todas las mesas electorales. Algunos partidos políticos y ONG’s han alegado que en los últimos comicios la oposición tuvo testigos en todas las mesas, salvo las más alejadas de la periferia. Falso. Hubo mesas de parroquias caraqueñas donde no asistieron nuestros testigos. Peor aún, no se pudieron contabilizar todas las actas de votación porque en algunos estados ciertos partidos políticos se negaron a entregárselas a quienes estaban efectuando la sumatoria.
Hay que dar demostraciones fehacientes de que vamos a triunfar. Así lo señalan las encuestas. Así lo demuestra la calle. Así debe declararlo el liderazgo político en continuos mensajes positivos. El mejor antídoto contra el miedo que pudiera crearle las amenazas de Chávez a los empleados públicos es la certeza de que éste será derrotado y, en consecuencia, sus amenazas son letra muerta.
Para terminar con el liderazgo de Chávez se requieren dos acciones: una, recordarle a diario a los ciudadanos el fracaso de su gestión. Confrontarlo. No darle cuartel. La otra es presentarle a la ciudadanía opciones de gobierno. Planes concretos, ofertas creíbles que sustituyan a sus fracasos.
En el campo internacional hay hacerle seguimiento a las acusaciones contra el régimen como presunto cómplice de grupos terroristas. El caso de la FARC-ETA domiciliado en un tribunal español se hará formalmente público a diferencia del contenido de las computadoras de Reyes. Además, especialistas del Primer Mundo investigan las fortunas que en algún sitio del planeta, presuntamente, han depositado personeros del régimen, así como deberíamos investigar, en Venezuela, ciertas adquisiciones importantes por personas que no pueden justificar el origen de sus fondos.
Parte indisoluble de los actos terroristas y el lavado de dinero es el tráfico de drogas. Ya Venezuela esta señalada como uno de los países más importantes para su tránsito. Agréguese a lo anterior la caída de la producción petrolera. El aumento del consumo interno de gasolina y diesel, lo cual reduce nuestra capacidad exportadora. La crisis eléctrica, la escasez de agua potable, la falta de alimentos básicos en los estantes de los supermercados y tenemos que llegar a la conclusión de que el régimen ya es vulnerable por sus cuatro costados. Ya está derrotado. No puede cancelar el proceso electoral sin correr el peligro de una insurrección popular. No puede convocar a una Asamblea Constituyente porque también la perdería. No tiene otra opción que no sea la de ir a las elecciones de septiembre y perder. En cambio, por primera vez en muchos años, quien tiene todas las opciones para triunfar es la oposición.
No las perdamos por abulia o por ineficiencia.

domingo, 7 de marzo de 2010

TODOS A UNO

Las elecciones parlamentarias de septiembre 2010 serán críticas para la recuperación de la democracia. También es aceptado unánimemente que para que la oposición triunfe decisivamente en esos comicios es imprescindible lograr la unidad absoluta para poder presentar ante la ciudadanía candidatos únicos. A su vez estos candidatos deben ser escogidos mediante una selección lo más amplia posible en su inclusión, basada en el máximo consenso. Donde estos acuerdos no puedan lograrse entonces se apelará a las elecciones primarias.
La Mesa de Unidad ya ha anunciado las normas que regirán para la selección de los candidatos y la fecha para anunciar los consensos y la celebración de primarias, donde sea necesario. Conocido, el mecanismo para la selección hay que reconocer que es muy difícil lograr la perfección absoluta, la consulta total y la inclusión de todos los que pudieran tener credenciales para ser inscritos como candidatos. Lo más importante ahora, es lograr la contribución de todos en un sólo esfuerzo dejando para otra ocasión la discusión sobre una presunta o real injusticia cometida en el proceso de selección de los candidatos.
Esto no quiere decir que quienes se consideren con legítimo derecho a competir por un puesto no lo hagan. No. Lo que se sugiere es que compitan, pero dentro de las reglas establecidas para llegar finalmente a contarse por primarias de ser necesario. Por cierto creo que es hora de colocar a éstas en su justa dimensión. Primero, el proceso no es gratis. Dinero que se gasté en primarias es dinero que no habrá para la campaña electoral. Por lo tanto, ante la escasez de recursos financieros, no sería lógico realizar primarias para todas las candidaturas si, además, se pueden lograr consensos en algunos casos. Segundo, la noción de que las primarias son la manera más segura de que los precandidatos compitan en igualdad de condiciones y que los seleccionados sean los que cuenten con mayor apoyo popular, es cuestionable. Quienes pertenezcan a una organización política, tendrán algunas ventajas sobre los de la sociedad civil. Tanto en experiencias en campañas electorales como en apoyo técnico y financiero. Además en las primarias, por lo general, votan por disciplina los miembros de partidos políticos, mientras que la abstención de los “otros”, por desinterés, es significativa. Creo que fue Teodoro Petkoff quien le dijo a Alfredo Ramos en Lara que trabajara para que lo seleccionaran por consenso político porque en unas primarias hasta el portero de AD le ganaría. La exageración ilustra el punto.
También es hora de no desincentivar a los electores afirmando que Chávez no aceptará una derrota o que si se siente perdido suspenderá el proceso electoral. “Eso” hay que analizarlo pero no en público porque cuando la oposición diseñe un plan B, lo que menos convendrá será su publicación a destiempo. La Mesa de Unidad seguramente ha pensado en todo lo anterior y en algo más. Aportémosle directamente ideas si creemos que valen la pena. Apoyemos con nuestra presencia los llamados a movilizaciones, protestas y foros que convoque la Mesa. Nuestra mayor contribución como ciudadanos, a escasos seis meses de los comicios más definitivos que ha habido hasta ahora (por sus posibles consecuencias) es apoyar a la Mesa, sugerirles a quienes desean contribuir que lo hagan privadamente y que se guarden sus críticas públicas para mejor ocasión. La verdadera unidad la lograremos cuando todos transitemos el mismo camino… aunque tengamos que caminar por algunos trechos que no nos gusten.