domingo, 29 de marzo de 2009
¿CRISIS 2009?
domingo, 22 de marzo de 2009
RESPUESTAS
domingo, 15 de marzo de 2009
FALSEDADES
domingo, 8 de marzo de 2009
AUTOESTIMA
- El Chávez procaz, grosero, descalificador, insultante, a quien no le tiembla el pulso para mandar a Obama a “meterse por el palto” cualquier cosa. Sólo que todos sabemos que el “palto” es un orificio corporal. Que nos llama escuálidos, oligarcas, pitiyanquis, golpistas, patiquinsitos, inmorales, sinvergüenzas, oposición putrefacta, fascistas, degenerados, cachorros del imperio, terroristas. Que en diferentes formas denigrantes nos carajea a diario y en ocasiones varias veces en un mismo día. Pues bien, como sugerí la semana pasada ha llegado la hora de arrecharnos y emprender la operación “rescate de la autoestima”.
- El Chávez mentiroso, manipulador. El que le atribuye al régimen lo que no ha hecho y niega lo que los gobiernos anteriores sí hicieron. Algunos ejemplos: es falso que Ledezma fuera gobernador cuando el Caracazo. Los gobiernos anteriores si otorgaron numerosos subsidios. La vieja PDVSA no favorecía a ningún cliente ni a ningún directivo. Algo que la PDVSA actual no puede alegar. Es mentira que estemos totalmente alfabetizados. Que el sistema de salud no está colapsado. Otras perlas: Que transformaría La Carlota. Que no era comunista. Que no atentaría contra la propiedad privada. Que no iría a la reelección más allá de lo establecido en la constitución del 99. Que acabaría con la corrupción. Que no habría más niños en la calle (ahora ya no podremos llamarlo Hugo) Que no asistiría más a las cumbres hemisféricas. Que construiría el Gasoducto del Sur. Que ha pervertido las estadísticas para mostrar buenos resultados. Que dice alegremente no haber violado la Constitución y la ley en los procesos electorales. Que ha falsificado la historia en numerosas ocasiones pero dejémosle a Manuel Caballero el gusto de responder. A Venezuela debemos llamarla el “país de la primera piedra”. No hay región donde no se hayan colocado varias que ya han cambiado su morfología a fuerza de estar a la intemperie marcando otras mentiras más.
- El Chávez que ha tolerado la corrupción galopante pero, para ser precisos, se requiere investigar profesionalmente los diferentes casos. Por ejemplo: ¿A cuáles intermediarios le vende PDVSA crudos y productos sólo para favorecerlos económicamente? Investigar los hechos denunciados en los tribunales de Miami por los socios de Wilson. Investigar las denuncias que a diario surgen de Mercal, Barrio Adentro, de obras públicas regionales y nacionales.
Propongo lo siguiente: Nombrar a tres personas idóneas, profesionales y honestas para que cada una se encargue de recoger diariamente las descalificaciones, las mentiras y los casos de corrupción. Estas, con sus comentarios, deben configurar artículos de prensa, breves y concisos, para que sean publicados al día siguiente en una sección fija que ofrezcan varios periódicos. Leerlos en Globovisión, RCTV, Televen y Venevisión, además de medios regionales.
Hay que responder con fuerza y sin miedo para poco a poco recuperar la autoestima y enfrentar con valor lo que no hemos debido aceptar jamás.
PD: Después de tantas mentiras puede ser que Chávez haya dicho la verdad mas inconveniente: “No importa que pasemos hambre, no importa que andemos desnudos. Aquí de lo que se trata es de salvar la revolución” Por ahí vamos.
domingo, 1 de marzo de 2009
CONSENSO Y CONFLICTO
Me preocupa cierto sentimiento de angustia de la oposición por dialogar. Ofertas van y ofertas vienen y, la verdad, es que tal como están las cosas, no hay la menor posibilidad de establecer un diálogo entre el oficialismo y la oposición que sea, como debe ser, un prólogo a una negociación. Se supone que como consecuencia de “esa” negociación se arribará a un consenso. En Venezuela, hoy, no hay consenso posible. Por un lado, está el oficialismo totalmente consensuado bajo la tutela de Chávez. Está listo para negociar ya, pero dada su coherencia y fortaleza actual no tiene porque entregar nada para llegar a un acuerdo. Por otra parte, está la oposición, no consensuada del todo en aspectos básicos como estrategia electoral, diseño de planes sobre seguridad social, reducción de niveles de importación de alimentos, programas de seguridad y ataque al hamponato. Dada su dispersión actual y su falta de coordinación a nivel macro la oposición no tiene un consenso lo suficientemente fuerte para negociar con el oficialismo. Por lo tanto está en minusvalía y cualquier intento de dialogar no puede concluir sino en un fracaso o en un acuerdo impuesto por el oficialismo.
No nos olvidemos que en estos procesos la forma es también importante. ¿Quién invita? ¿A quién se invita? ¿Dónde se celebran las reuniones? ¿Quién decide la agenda? ¿Quién dirige el diálogo? ¿Cómo se formaliza lo que se acuerda?
Aunque estoy de acuerdo con el consenso, por mucho tiempo he pensado que para vivir en paz no hay que poner de acuerdo a todos en todo. Eso no es posible, ni tampoco deseable. Hay principios no negociables que sólo un conflicto puede sustituir. Pero, entiéndase bien, en democracias maduras el conflicto no es sinónimo de agitación social, saqueos y atentados contra los derechos ciudadanos. La democracia tiene, dentro de sus virtudes, la capacidad de administrar los conflictos que pueda provocar la disidencia y las diferentes posiciones ante un mismo problema, sin recurrir a la violencia. Pero se requieren instituciones que arbitren, mayorías que decidan y minorías que acepten la solución institucional del conflicto y el derecho a que triunfe el criterio de las mayorías, sin que esto signifique apabullar y restarle oportunidades a las minorías para continuar planteando sus puntos de vista. El problema no es, pues, lograr consenso. El problema es contrastar visiones y aceptar que puede triunfar el punto de vista opuesto al que respaldamos. El único consenso democrático es permitirle a todos los sectores de la sociedad pensar de manera diferente, proponer soluciones con las cuales no estamos de acuerdo y que más de una vez tengamos que vivir en paz con lo que no avalamos.
Dicho lo anterior, pienso honestamente que en Venezuela el diálogo se agotó sin que lo hubiera y la negociación no sería sino una mala caricatura de una buena intención. Como no puede haber diálogo ni negociación, mucho menos puede haber consenso. Vamos, pues, casi seguro a un conflicto.
En un foro celebrado en el año 2002 alguien me preguntó: “Cuando las armas de la república se reparten entre grupos civiles y sus legítimos custodios no hacen nada. Cuando sabemos, como sociedad, que nos están llevando al matadero de la democracia… entonces, ¿Qué hacer? ¿dialogar? ¿negociar? ¿con quién? Y ¿sobre qué? Como “eso” no funciona ¿en qué momento se convierte en lícito que nos arrechemos de verdad, mandemos al carajo a las imposiciones inconstitucionales y le echemos bolas a la disidencia?”
Siete años después, todavía estoy pensando en la respuesta.