Apolonia Salavarrieta Ríos nació en el pueblo de Guadas en 1796. Su vida es novelada en una excelente miniserie colombiana desde el punto de vista cinematográfico, no así por su rigor histórico, que la introducción aclara que es “una obra de ficción basada en hechos reales”. Sobre Policarpa, conocida como La Pola, no hay seguridad sobre dónde y cuándo nació. La Academia de la Historia decidió que el pueblo y la fecha indicada al comienzo es la real. Hay duda también sobre su nombre, Apolonia como lo recoge el testamento de su padre y Policarpa como ha pasado a la posteridad.
Un acierto es cómo evoluciona su supuesta relación con el criollo Alejo Zabalain, hijo de español y neogranadina. Los historiadores no se han puesto de acuerdo si Alejo fue amigo, novio o amante de La Pola. La serie resuelve el problema convirtiéndolos en amigos, novios y amantes una noche en la cárcel donde ambos estaban presos.
Antonio Nariño, el gran precursor de la independencia de Nueva Granada, figura constantemente. La serie establece una gran amistad entre Nariño y La Pola. También, se denuncia una infidelidad de su esposa mientras Nariño estaba en uno de sus numerosos encarcelamientos. Hay un debate en Colombia sobre la veracidad de esos hechos que supuestamente produjeron dos niñas.
La Pola, tanto desde su pueblo natal como desde Santa Fe (Bogotá), hizo labores de espionaje para la causa patriota. Era una de las pocas mujeres de la época que sabía leer y escribir. Fue una constante inspiración para el pueblo de Nueva Granada convenciendo a familias pudientes españolas, a criollos, a esclavos y a soldados realistas a que apoyaran la causa de la independencia. Sus actividades fueron descubiertas por la captura de Alejo y de los hermanos Almeyra que llevaban cartas que la comprometían por sus actividades secretas. No es seguro que haya participado activamente en batallas, aunque en alguna ocasión acompañó al ejército de Nariño.
La Pola siempre fue valiente, enfrentó su muerte con honor, imprecando al pueblo por su cobardía y a los españoles por sus crueldades. Fue fusilada en 1817 en Santa Fe junto con Alejo y otras patriotas. La orden la dio Francisco Saman, jefe militar español de Nueva Granada, después del periodo denominado, en Colombia, como la “Patria Boba” (1810-1816), caracterizada por la disputa sangrienta entre los partidarios de un gobierno central (Nariño) y los de una federación (Camilo Torres). Saman recibió poderes absolutos de Pablo Morillo e implantó un régimen de terror fusilando a numerosos patriotas destacados como Camilo Torres y La Pola.
La Pola reposa en el “Panteón de los Héroes” en una iglesia de Bogotá.
Para mí lo más interesante de la serie es su final. Ya liberada por Bolívar (1819) en la Nueva Granada, se presenta, años después, una obra teatral sobre La Pola. Cuando llega el momento de su fusilamiento, el público enardecido pide que no la maten. Fue tal la algarabía que el director tuvo que salir a escena y “perdonarle la vida”. Eso nos parece una excelente metáfora para entender cómo actúan las personas bajo los efectos del miedo (no hubo grandes protestas en el fusilamiento real). Pero en libertad se pueden demostrar los verdaderos sentimientos. Ese es hoy el dilema de la sociedad venezolana ¿Va a protestar ya, en masa, por los desmanes de este régimen comunista o va a esperar a que fusilen sus libertades, para que, como en el caso de La Pola, en el futuro una ficción intente rescatar lo que no se supo defender?
domingo, 28 de julio de 2013
domingo, 14 de julio de 2013
AUTONOMIA UNIVERSITARIA
En un indispensable artículo (El Nacional, 08-07-13) Gustavo Roosen analiza los esfuerzos que deberían hacer las universidades públicas para “ayudar” a cubrir sus déficits presupuestarios que, aunque representan el 40% del presupuesto nacional para educación, no cubren sus necesidades.
Mucho se ha discutido sobre la justicia de este elevado monto (en términos porcentuales) habida cuenta de las necesidades presupuestarias para construir escuelas y mejorar la calidad en educación inicial, básica y diversificada. Disminuir las cifras de los excluidos y los que abandonan el sistema. Sin olvidarnos de las escuelas técnicas e institutos universitarios de carreras cortas. A primera vista pareciera que la distribución no es equitativa, por ser estos institutos los que atienden a la mayor población. Roosen sugiere que las universidades reduzcan costos y generen ingresos, entre ellos: utilizar las redes propias y regionales para reducir el costo del campus. Menos años para algunas carreras. Eliminar los repitientes vitalicios. Solicitar contribuciones de los egresados.
Yo voy más allá. No puede haber una real autonomía universitaria si no existe una autonomía financiera que no dependa solo de las contribuciones oficiales que pueden no satisfacer sus necesidades porque el gobierno no puede o porque no quiere. No van a manejar siempre los presupuestos universitarios con el mismo criterio (PDVSA se decretó con autonomía financiera y véanla ahora) Lo curioso es que cuando Bolívar, Vargas y Revenga en 1827 convirtieron a la Universidad de Caracas en la Universidad Central de Venezuela le asignaron rentas propias al donarle varias haciendas en producción. Nuestros precursores comprendían la autonomía. Además, nunca hemos entendido porque una universidad autónoma negocia sus sueldos y salarios con el Ministerio de Educación. Eso lo deben hacer las autoridades universitarias con sus profesores, empleados administrativos y obreros de acuerdo a un presupuesto elaborado por ellos, que debe incluir: 1. Costos fijos que no pueden dejar de pagarse (electricidad, teléfono, agua, mantenimiento y otros) 2. Sueldos y salarios variables. 3. Costos operativos de las diferentes escuelas. 4. Costos de investigación. 5. Becas. 6. Crear un fondo de jubilación. No se debe cargar al presupuesto operativo anual con los pagos a los jubilados. Extender los años de servicio y de edad para jubilarse. El presupuesto debe ser realista. No se puede hacer lo que no tiene financiamiento. Tampoco se debe, para ajustarse a lo disponible, reducir los salarios o congelarlos, como sucede hoy. Si no se pueden mantener todas las escuelas, entonces habrá que eliminar algunas, en consulta con las otras universidades públicas, para asegurar que nacionalmente habrá las necesarias.
El personal de las universidades públicas tiene que modernizar también su visión. No es antiacadémico asesorar y cobrar consultorías externas. No hay que multiplicar departamentos por cada facultad. El gobierno que ha recibido los ingresos petroleros más altos de la historia podría, con una pequeña parte de lo que le ha regalado a otros países, haberle donado a las universidades públicas instalaciones petroleras, edificios, tierras agrícolas en producción, etc y después auditar la buena administración de esos bienes y medir el éxito académico mediante programas que establecen su eficiencia, tanto nacional como internacional.
La autonomía académica sin autonomía financiera no es una autonomía integral y “eso” hay que defenderlo con valentía.
Mucho se ha discutido sobre la justicia de este elevado monto (en términos porcentuales) habida cuenta de las necesidades presupuestarias para construir escuelas y mejorar la calidad en educación inicial, básica y diversificada. Disminuir las cifras de los excluidos y los que abandonan el sistema. Sin olvidarnos de las escuelas técnicas e institutos universitarios de carreras cortas. A primera vista pareciera que la distribución no es equitativa, por ser estos institutos los que atienden a la mayor población. Roosen sugiere que las universidades reduzcan costos y generen ingresos, entre ellos: utilizar las redes propias y regionales para reducir el costo del campus. Menos años para algunas carreras. Eliminar los repitientes vitalicios. Solicitar contribuciones de los egresados.
Yo voy más allá. No puede haber una real autonomía universitaria si no existe una autonomía financiera que no dependa solo de las contribuciones oficiales que pueden no satisfacer sus necesidades porque el gobierno no puede o porque no quiere. No van a manejar siempre los presupuestos universitarios con el mismo criterio (PDVSA se decretó con autonomía financiera y véanla ahora) Lo curioso es que cuando Bolívar, Vargas y Revenga en 1827 convirtieron a la Universidad de Caracas en la Universidad Central de Venezuela le asignaron rentas propias al donarle varias haciendas en producción. Nuestros precursores comprendían la autonomía. Además, nunca hemos entendido porque una universidad autónoma negocia sus sueldos y salarios con el Ministerio de Educación. Eso lo deben hacer las autoridades universitarias con sus profesores, empleados administrativos y obreros de acuerdo a un presupuesto elaborado por ellos, que debe incluir: 1. Costos fijos que no pueden dejar de pagarse (electricidad, teléfono, agua, mantenimiento y otros) 2. Sueldos y salarios variables. 3. Costos operativos de las diferentes escuelas. 4. Costos de investigación. 5. Becas. 6. Crear un fondo de jubilación. No se debe cargar al presupuesto operativo anual con los pagos a los jubilados. Extender los años de servicio y de edad para jubilarse. El presupuesto debe ser realista. No se puede hacer lo que no tiene financiamiento. Tampoco se debe, para ajustarse a lo disponible, reducir los salarios o congelarlos, como sucede hoy. Si no se pueden mantener todas las escuelas, entonces habrá que eliminar algunas, en consulta con las otras universidades públicas, para asegurar que nacionalmente habrá las necesarias.
El personal de las universidades públicas tiene que modernizar también su visión. No es antiacadémico asesorar y cobrar consultorías externas. No hay que multiplicar departamentos por cada facultad. El gobierno que ha recibido los ingresos petroleros más altos de la historia podría, con una pequeña parte de lo que le ha regalado a otros países, haberle donado a las universidades públicas instalaciones petroleras, edificios, tierras agrícolas en producción, etc y después auditar la buena administración de esos bienes y medir el éxito académico mediante programas que establecen su eficiencia, tanto nacional como internacional.
La autonomía académica sin autonomía financiera no es una autonomía integral y “eso” hay que defenderlo con valentía.
domingo, 7 de julio de 2013
NEGOCIAR CON EL MAL
Esta es la tercera versión de “Negociar con el Mal” inspirado en un ensayo de Peter Drucker. Los dos primeros fueron escritos en 2002 y 2005 como metáforas para alertar a los venezolanos sobre los peligros de creer que se podía influir positivamente sobre un régimen maligno (Drucker puso el ejemplo nazi) En el 2013 ya no hay metáfora, el peligro es que comenzamos a caer en la trampa de las negociaciones con un régimen corrupto, que tiene clara su ruta de viaje que no cambiará ni por mesas de diálogo ni por convicción ni por influencia de los que se creen importantes.
Veamos los 4 casos que Drucker muestra como ejemplos concretos de la Alemania de Hitler, ahora reflejados en la realidad venezolana.
El profesor. Un candidato al premio Nobel de la época, al ser informado por el Comisario nazi sobre la exclusión de los judíos y su sujeción a las nuevas reglas, quedó satisfecho cuando le prometieron más dinero para la investigación. En poco tiempo las universidades se convirtieron en apéndices ideológicos del régimen. En Venezuela los comisarios locales, muchos de ellos egresados universitarios, han emitido sus órdenes para la sumisión académica. Pero, nuestras universidades no se entregan y defienden en la calle su autonomía.
El oportunista. Un amigo de Drucker, cuya falta de instrucción y de talento le impedía hacer una carrera en otro país, se inscribió en el partido nazi y llegó a ser el segundo comandante de la SS. Al terminar la guerra se suicidó en el sótano de su casa ¿Cuántos “comandantes” hay en Venezuela que han vendido su consciencia al mentiroso proyecto de la Revolución? Son los ignorantes con ambiciones, gente con talento sin moral, financistas, políticos, todos piensan como los nazis: que la “guerra” la ganan ellos. Son las futuras víctimas de sus codicias, que terminaran presos, muertos o errantes buscando a un país que los reciba.
El periodista. Los nazis le ofrecieron a un periodista famoso internacionalmente, por haber asesorado a F.D Roosevelt en su campaña presidencial, la dirección del periódico más importante de Alemania. Drucker le aconsejó no aceptar pero el periodista, de buena fe, creyó que su prestigio le permitiría, a través del diario, influir de forma positiva sobre las políticas del nazismo. Tuvo que plegarse, paulatinamente, a las instrucciones e ideología del régimen. En poco tiempo no existía el periódico ni se supo más de su director. En Venezuela, la nueva estrategia del gobierno es comprar medios de comunicación. Pero alguien tiene que dirigirlos y trabajar en ellos. Si los periodistas creen que las cosas seguirán igual están equivocados. El mejor ejemplo es Globovisión. Le están aplicando la táctica del salami. Poco a poco eliminarán a los programas incómodos hasta que se sientan fuertes y conocedores del canal. Después ejercerán control absoluto y aquellos que piensen que su presencia puede neutralizar las verdaderas intenciones de los nuevos dueños, que se bajen de esa nube.
Los indiferentes. Los que creen que no les tocará su vida los tentáculos de la maldad. Son los que más colaboran con el mal. En Venezuela, muchos alegan que “no saben lo que pasa” y por eso no reaccionan ¡Mentira!
Conclusiones: No se puede negociar con el mal. No se puede pretender aprovechar el mal sin contaminarse. No se puede creer en la posibilidad de neutralizar el mal porque somos importantes y conocidos. El mejor aliado del mal es la indiferencia que supone que las trágicas consecuencias de la malignidad, nunca tocarán a su puerta.
Veamos los 4 casos que Drucker muestra como ejemplos concretos de la Alemania de Hitler, ahora reflejados en la realidad venezolana.
El profesor. Un candidato al premio Nobel de la época, al ser informado por el Comisario nazi sobre la exclusión de los judíos y su sujeción a las nuevas reglas, quedó satisfecho cuando le prometieron más dinero para la investigación. En poco tiempo las universidades se convirtieron en apéndices ideológicos del régimen. En Venezuela los comisarios locales, muchos de ellos egresados universitarios, han emitido sus órdenes para la sumisión académica. Pero, nuestras universidades no se entregan y defienden en la calle su autonomía.
El oportunista. Un amigo de Drucker, cuya falta de instrucción y de talento le impedía hacer una carrera en otro país, se inscribió en el partido nazi y llegó a ser el segundo comandante de la SS. Al terminar la guerra se suicidó en el sótano de su casa ¿Cuántos “comandantes” hay en Venezuela que han vendido su consciencia al mentiroso proyecto de la Revolución? Son los ignorantes con ambiciones, gente con talento sin moral, financistas, políticos, todos piensan como los nazis: que la “guerra” la ganan ellos. Son las futuras víctimas de sus codicias, que terminaran presos, muertos o errantes buscando a un país que los reciba.
El periodista. Los nazis le ofrecieron a un periodista famoso internacionalmente, por haber asesorado a F.D Roosevelt en su campaña presidencial, la dirección del periódico más importante de Alemania. Drucker le aconsejó no aceptar pero el periodista, de buena fe, creyó que su prestigio le permitiría, a través del diario, influir de forma positiva sobre las políticas del nazismo. Tuvo que plegarse, paulatinamente, a las instrucciones e ideología del régimen. En poco tiempo no existía el periódico ni se supo más de su director. En Venezuela, la nueva estrategia del gobierno es comprar medios de comunicación. Pero alguien tiene que dirigirlos y trabajar en ellos. Si los periodistas creen que las cosas seguirán igual están equivocados. El mejor ejemplo es Globovisión. Le están aplicando la táctica del salami. Poco a poco eliminarán a los programas incómodos hasta que se sientan fuertes y conocedores del canal. Después ejercerán control absoluto y aquellos que piensen que su presencia puede neutralizar las verdaderas intenciones de los nuevos dueños, que se bajen de esa nube.
Los indiferentes. Los que creen que no les tocará su vida los tentáculos de la maldad. Son los que más colaboran con el mal. En Venezuela, muchos alegan que “no saben lo que pasa” y por eso no reaccionan ¡Mentira!
Conclusiones: No se puede negociar con el mal. No se puede pretender aprovechar el mal sin contaminarse. No se puede creer en la posibilidad de neutralizar el mal porque somos importantes y conocidos. El mejor aliado del mal es la indiferencia que supone que las trágicas consecuencias de la malignidad, nunca tocarán a su puerta.
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