Desde los días del Decreto 1011 que causó revuelo en la ciudadanía y provocó la célebre frase “Con mis hijos no te metas” he sostenido la tesis de que si este gobierno consolida lo que hoy llama el socialismo del siglo XXI, no será posible mantener un sistema educativo como el actual. Sencillamente no son compatibles. Cada sistema político-social tiene su propia ideología y todos los sectores de la sociedad deben poder insertarse sin contradicciones dentro de esa ideología. Por eso, no solo es inútil, sino contraproducente, alegar que la educación no es ideológica. Por supuesto que lo es. Si es religiosa tendrá la ideología propia de la religión que la dirige. Si es laica, dentro de un sistema capitalista democrático como el nuestro, destacará valores como la libertad en todas sus formas, la subordinación del estado a los deseos de los ciudadanos (la nación), la movilidad social, los derechos individuales, la búsqueda del progreso mediante el conocimiento y los ingresos. Ser rico no es malo. Etc. Cuando defendemos nuestro sistema educativo, público y privado esos, entre otros, son los valores que hay que mencionar. La discusión es, pues, ideológica y así hay que asumirla.
Lo dicho sobre la educación se aplica también a todos los sectores de la sociedad. La Fuerza Armada tiene que estar subordinada a un partido político único y a las órdenes de un jefe político supremo. El concepto democrático de no deliberante y no sometida a parcialidad política alguna no encaja dentro del nuevo modelo. Como tampoco encajan los conceptos actuales de propiedad privada, de partidos políticos, de organizaciones obreras (sindicatos), asociaciones empresariales (Fedecamaras) y hasta la misma iglesia tiene limitaciones sobre lo que puede o no puede predicar.
La sociedad venezolana no se ha dado cuenta que lo que este régimen intenta no son pequeños cambios dentro del modelo socio-político actual. ¡No! De lo que se trata es de cambiar el modelo y al hacer esto, forzosamente tendrá que cambiar drásticamente la ideología y los conceptos que hoy sustentan a los diferentes sectores de nuestra sociedad.
Por eso, es tan patético observar como muchos de estos sectores defienden sus intereses como si “negociando” con el régimen pudieran compatibilizarse con el nuevo sistema. Subsistir dentro de él, mediante pequeñas entregas materiales y conceptuales. ¡No se puede! Bien está que cada sector se defienda. Pero que en esta defensa quede claro que su verdadera batalla no es pretender inútilmente subsistir dentro de otro macro modelo nacional. Su objetivo real es luchar por impedir que se consolide ese nuevo modelo.
El régimen ha sido muy inteligente en la forma como ha ido dosificando las cucharadas del nuevo modelo. Ha reculado cuando hizo falta y ha avanzado cuando se sintió fuerte. Ha dejado a sectores como el de la educación y el financiero para asimilarlos de último. La educación, porque afecta a numerosas personas y tiene un fuerte ingrediente emocional. El financiero porque le sirve, dentro de la transición de un modelo a otro, como instrumento catalizador de un posible caos económico. Pero que no lo dude, ni uno ni otro sector, la sobrevivencia de su ideología actual es imposible y más temprano que tarde el nuevo monstruo “socialista” los engullirá.
Ojalá que todos los sectores se den cuenta que la lucha que nos espera es global para impedir la consolidación del nuevo modelo y, para eso, se requiere de un solo esfuerzo coordinado, con la participación de todos. Después, cuando haga falta, surgirán los nuevos líderes.