En voz baja (y a veces no tan baja) entre la sociedad venezolana circula una versión tremendista sobre el fin del gobierno de Chávez. Esta predicción sostiene que el país va directamente a una guerra civil. La crisis se agudizará y desencadenará una lucha armada entre los venezolanos. Yo no dudo que este régimen haya creado un estado mental tan lleno de odio y deseos de revancha en la ciudadanía que una salida, teórica, posible sea la de caernos a tiros unos con otros. La pregunta es: ¿quién peleará contra quién?
Veamos los posibles escenarios.
ESCENARIO I. LA GUERRA INCESTUOSA. Las Fuerzas Armadas y las milicias se fracturan y libran entre ellos una lucha armada por la conquista o la retención del poder según sea el bando. Múltiples sectores de la población se mantienen ajenos al conflicto. Después de una guerra de desgaste, las partes llegan a un acuerdo con el visto bueno de la mayoría y se convoca a elecciones generales.
ESCENARIO II. LA GUERRA GLOBAL. Empieza como la “Incestuosa”. A medida que pasa el tiempo la ciudadanía toma partido por uno u otro grupo y el conflicto se globaliza. En este escenario lo más probable será una rendición incondicional de una de las partes o un difícil armisticio por presión internacional. El resultado será un gobierno de transición de tendencia impredecible.
ESCENARIO III. PROTESTA CON VIOLENCIA. La oposición se une para luchar contra los atropellos del régimen. En algunas de esas protestas las fuerzas del orden público responden con violencia. Las masas reaccionan, se rebelan ante la autoridad y marchan hacia Miraflores o cualquiera sea su destino final. En este escenario, ante la multiplicación a nivel nacional de este tipo de protestas, el régimen pierde apoyo institucional crítico (Fuerza Armada) y renuncia.
ESCENARIO IV. PROTESTAS CON REPLIEGUE. Ante el ejercicio de la fuerza por parte del régimen los manifestantes se repliegan y se van a sus casas. El régimen impone una larga dictadura parecida a las del siglo XX que tendrá eventualmente el mismo lastimoso final de la mayoría de éstas. Pero mientras dure, la ciudadanía estará expuesta a una represión brutal y a la pérdida de sus derechos fundamentales.
Los escenarios anteriores pueden solaparse y la violencia, aun sin guerra civil, pudiera ser el futuro inevitable del proceso político actual. No parece viable que el régimen imponga la represión sin violencia previa que la “justifique”. Como tampoco parece probable el transito al reestablecimiento de la democracia sin violencia. Esto no significa que no continuemos luchando dentro de los parámetros de la Constitución y busquemos, como hasta ahora, una salida electoral. Lo preocupante es que los últimos abusos del Presidente nos dan una señal muy negativa sobre las probabilidades de que este régimen pierda una elección presidencial y entregue el poder mansamente.
Hay que estar preparados para que el oficialismo provoque la violencia, suspenda elecciones o convoque con ventajas indebidas a “otros” procesos (Asamblea Constituyente) para reformar la Constitución y llevar el país a la cubanización total. Todo contra el telón de fondo de lo peligroso que son 10 años de gobierno sin que el régimen haya establecido canales de comunicación entre las partes polarizadas de hoy, para que las diferencias tengan espacios de desahogo. Me preocupa el futuro porque a los procesos hay que proveerlos de algún mecanismo que neutralice la violencia represada de los protagonistas.
¡Mientras tanto el régimen continúa cerrando puertas!