Para Tiziana Polesel
La ley del Trabajo, la medicina moderna y el sentido común obligan a las personas a tomar vacaciones anuales de una sola vez o fraccionadas. Por eso es injusto que algunos critiquen que los políticos y líderes civiles se tomen una merecidas vacaciones con sus hijos durante el asueto escolar. Lo triste es que quienes vapulean a los “vacacionistas” lo hacen desde Miami o Macuto donde ellos se están divirtiendo. Son los mismos que durante el resto del año, mientras los criticados están haciendo su labor política, están instalados cómodamente mirando los toros desde la barrera.
Muchas de las críticas a las vacaciones se generaron porque se creyó que el régimen durante estos meses aprovechó algunas ausencias del liderazgo político/civil para promulgar leyes como la de Educación. Igual lo hubieran hecho. Por cierto, que en lugar de perder tiempo en cuestionamientos improductivos todos deberíamos estar protestando con una sola voz y analizando, sin descartar a priori, acciones como la de intentar un Referendo Abrogatorio o una modificación de la Ley, que ambas opciones están abiertas. Si el CNE y el TSJ no las permiten los partidos políticos y las organizaciones civiles pudieran organizar una consulta nacional para demostrar el grado de rechazo popular que tiene esta Ley. Sobre esto escribiré próximamente. Otra acción tomada por el gobierno durante las vacaciones fue la renovación del pleito con Colombia, ahora con amenazas de guerra. Esto es lo que los norteamericanos llaman “Kite/flying”. Volar un papagayo para que todos miremos hacia arriba mientras nos destrozan abajo. El caso Colombia no pasa de ser una maniobra distractiva. No hay guerra posible si la ciudadanía no está dispuesta a inmolarse y en nuestro caso estamos muy lejos de querer eso.
La Ley de Educación y el caso Colombia no son sino variaciones de un mismo tema. Porque como lo he afirmado por varios años ni la educación ni la propiedad privada ni los derechos humanos pueden subsistir como los conocemos hoy dentro del régimen comunista que aspira imponer el presidente Chávez. Por eso, toda protesta sectorial tiene que insertarse dentro de un objetivo mayor: salir de este régimen. Ese objetivo no se logrará si los partidos políticos reunidos en la Mesa Democrática no abren el juego político para incluir en el esfuerzo unitario a todas las fuerzas opositoras: Universidades, sindicatos, empresarios, colegios profesionales, ONG, entre otros, reunidos en una gran Asamblea Democrática con un Directorio Ejecutivo (la Mesa actual ampliada) que tome las decisiones del día a día. Tampoco hay que perder el tiempo en la inútil discusión sobre una tarjeta electoral única para las elecciones municipales y parlamentarias. Eso es antinatura y peor aún, innecesario. Si se logran candidaturas únicas (unitarias) no importa cuántas tarjetas las apoyen, la sumatoria de todas ellas le dará los mismos votos al candidato que la tarjeta única y los partidos y organizaciones electorales mantendrán su identidad y contarán sus votos. Uno de nuestros mayores defectos como sociedad es que no sabemos descartar a tiempo lo que no es viable.
Lo criticable no es, pues, salir de vacaciones. Lo cuestionable es perder tiempo útil en discutir lo innecesario y mantener posiciones obsoletas.
Para finalizar, le recomiendo al Presidente que se tome unas vacaciones para darles a los venezolanos un merecido descanso. Aunque hay quienes dicen que el problema es que vive permanentemente en vacaciones y que lo que se requiere es que gobierne.
¡Dios nos libre!