domingo, 14 de noviembre de 2010

CAP

Un excelente libro de Mirtha Rivero “La rebelión de los náufragos”, nos trae de nuevo el caso CAP y desnuda no solo las injustas complicidades que promovieron su enjuiciamiento, sino la negativa consecuencia que tuvo para la democracia su salida prematura del poder.
A nuestra manera de ver una de las muchas razones que contribuyeron a la defenestración de Carlos Andrés Pérez fue su intento de aplicar un sistema económico neoliberal que no fue explicado debidamente al país. Sin embargo, no puede haber muchas dudas sobre la forma en la cual le tuvieron que vender a CAP la "modernización" de Venezuela. La economía de mercado y su concepto de aldea global, la apertura a las importaciones, la diversificación económica, la eliminación de los subsidios, la liberación cambiaria y de precios, tienen que haberle sonado a CAP, en su momento, a música desagradable. No obstante, él también sabía la desastrosa situación económica del país y los vientos de cambio que arrasaban en toda América Latina con el viejo cepalismo. Pero también conocía de los sacrificios dolorosos por los cuales habían pasado, Chile antes y México en ese momento. Entre las opciones conflictivas de "más de lo mismo", ya fracasada, y un "paquete" neoliberal con sacrificios, no había escogencia fácil. Dos cosas hicieron posible la selección neoliberal: 1) El enorme ego de CAP, quien siempre creía que podía romper las barreras de lo convencional para ser un innovador, aunque la decisión acarreara una pequeña dosis de sacrificio colectivo. 2) La forma como hay que presumir que le vendieron el "paquete".
Dado que Venezuela era un país petrolero monoproductor una importantísima parte de sus ingresos estaban garantizados. Como evidentemente el petróleo ya no alcanzaba por sí solo había que diversificar la economía. Como Venezuela era diferente a los otros países de América Latina, el período para lograr la reestructuración económica sería menor (dos años), los sacrificios pocos y los resultados halagadores. Ante ese dilema CAP no podía resistir la tentación de intentar el cambio. "Crecimiento sin costo social" y "crecimiento sin inflación" eran posibilidades demasiado atractivas. No fue así. Ni podía serlo. Ni el cobre en Chile ni el petróleo en Venezuela, podían ya servirle de colchón al cambio. Ese fue el error "técnico".
CAP decidió que podía hacer el cambio solo. No buscó aliados. Impuso subordinación a sus planes, apoyado en la coyuntura de su popularidad. La rebelión no se hizo esperar al fallar, en todos sus frentes, los lapsos ofrecidos. La "subordinación" se volvió primero protesta y luego oposición abierta. "Llueve pero escampa" fue repetidamente el mensaje optimista de CAP. El problema fue que él siempre se preparó para cuando "escampara", pero no supo anticipar la "lluvia". Que en este caso, tenía todos los ingredientes necesarios para convertirse en "tempestad". Ese fue el error político.
Con errores, o sin ellos, a CAP le hicieron una cayapa institucional, rematada por una sentencia que tenía 279 páginas de las cuales 230 eran citas periodísticas y de leyes. En menos de 50 páginas se dictaminaron las presuntas razones para condenarlo. Un adefesio jurídico que lamentablemente no ha sido analizado, con conclusiones hechas públicas, por instituciones y personas profesionales por lo menos para dejar al descubierto lo poco transparente de todo el proceso.
Hay quienes dicen que nuestra tragedia actual empezó con el golpe de Estado del 92. Yo creo que empezó el día que condenaron a Pérez. alberto_quiros@intercon.net.ve