Sr. Presidente. Ante sus acostumbrados insultos y su populista intención de erigirse en el santo defensor de los damnificados, no permaneceré callado. Es hora de denunciar, de nuevo, sus tropelías, abusos, corrupción y violación de la Constitución para que usted y todos mediten sobre la magnitud del crimen que ha cometido contra Venezuela. Veamos.
Violó la Constitución cuando ignoró los resultados del Referendo Constitucional y dictó leyes que imponen lo que el pueblo negó. Corrompió a Pdvsa, obligó a su directiva a mentir sobre los niveles de producción, los precios estimados en el presupuesto, los estados financieros y la magnitud de la entrega de la Faja Petrolífera del Orinoco a sus nuevos socios.
Destruyó la industria privada y la agricultura. Confiscó ilegalmente propiedades privadas y amenazó a los ciudadanos propietarios. Negó recursos a gobernadores y alcaldes opositores. Ignoró la pobreza estructural, la exclusión, el desempleo y la inseguridad ciudadana. Dejó que se pudrieran miles de toneladas de alimentos. Violó, por razones políticas, los derechos humanos de muchos. No implantó un programa de seguridad social solidario que incluyera salud (un fracaso). Educación (deserción, exclusión y a las universidades se les negó un presupuesto equilibrado). Pensiones (su monto y su cobertura son una vergüenza). Plan de vivienda (ni hablar de su fracaso). Seguro de desempleo (necesidad insatisfecha).
Persiguió y le negó representatividad a los sindicatos y creó organizaciones laborales afines al oficialismo. Prohibió la contratación colectiva en el sector público. Pretendió imponer en Guayana, donde destruyó a todas las empresas, un modelo de cogestión que fue el hazmerreír de gerentes y trabajadores. Destruyó la economía y, por sus nefastas políticas públicas, sufrimos inflación, crecimiento negativo, devaluación y escasez de alimentos y medicinas. Escamoteó los dólares que debía reintegrarle a los importadores.
Regaló ayuda costosa a otros países. Se asoció a estados que nada tienen que ver con nuestros intereses comerciales, políticos, históricos y culturales. Insultó a nuestros aliados naturales y ojalá que no se nos declare Estado Forajido.
Reitero su inexcusable responsabilidad ante las tragedias que causaron las lluvias porque abandonó criminalmente a los pobres que viven en zonas de gran peligro y no les construyó ni urbanizaciones ni viviendas. Es patético verlo cediendo espacios en Miraflores mientras sus verdugos confiscan camiones con ayudas, detienen a líderes de la oposición que asisten a las zonas afectadas y asaltan a los hoteles privados para alojar a los damnificados. Por muchos argumentos que tenga no es justo que, para ayudar a unos, usted irresponsablemente, disponga de las propiedades privadas de otros como si fueran suyas. Usted ha debido convocar, civilizadamente, a un esfuerzo unido de todos los venezolanos. Lamentablemente usted cree que puede imponer, a juro, sus caprichos. ¡Ya no!
Como usted ya quemó las naves, ruegue que cuando, en enero del 2013, le entregue la presidencia al venezolano electo por las mayorías nacionales éste y su gobierno no lo traten con el grosero desdén con que usted insulta al 53% de los venezolanos. Ruegue también porque si lo enjuician aquí, no lo sentencien como lo hacen los magistrados, por ahora suyos, (remember CAP) que violan todas las normas del derecho y el debido proceso de sus opositores políticos.
Al despedirme, le sugiero pedirle a Dios que le devuelva la buena suerte perdida. La va a necesitar.