Aunque no todos los precandidatos vean a un posible gobierno de ellos como de transición es importante que internalicen dos aspectos: 1. Que la nación y sus instituciones están totalmente destruidas. 2. Que las soluciones necesarias, en ciertos casos, producirán reacciones negativas de algunos sectores de la población y que será imposible satisfacer a corto plazo las expectativas reprimidas y las nuevas que creará un gobierno diferente al actual. Esto se hará más visible en lo económico y en lo social. Por ejemplo, para combatir la inflación lo primero que habrá que hacer es sincerar su verdadera dimensión hoy oculta por subsidios y un dólar también subsidiado para algunos rubros. Esto, al principio, posiblemente creará una mayor inflación que habrá que compensar con más subsidios, lo cual creará un círculo vicioso entre correctivos y compensaciones que podría neutralizar el esfuerzo.
En materia de controles hay que eliminarlos paulatinamente. Pero si no hay confianza en la gestión del gobierno, y es muy difícil que la haya en el arranque, ciertas cosas se verán peor que antes. Entonces el nuevo gobierno al hacer lo necesario entrará en conflicto con las expectativas ciudadanas.
En lo social, hay cientos de contratos colectivos vencidos en el sector público. Hay una deuda multimillonaria de prestaciones sociales no pagadas y aumentos de sueldos no recibidos. De nuevo, las expectativas de los trabajadores serán de una solución inmediata a lo que están esperando hace tiempo. Los enfermos querrán ser atendidos ya. Los jubilados cobrar a tiempo y una mejor pensión. Los refugiados nuevas viviendas. Los expropiados retribución. Lo que este escenario plantea es la necesidad de que un nuevo gobierno imponga medidas que no tomaría si lo que heredara fuera una situación normal.
A los problemas materiales hay que agregarles la necesidad de lidiar con poderes públicos que estarán todavía en manos del chavismo. Me da la impresión que los precandidatos, Arria y Medina excluidos, creen que el poder del presidente y la voluntad de negociar y de incluir en su proyecto a todos los venezolanos serán suficientes para sobreponerse a esta dificultad. No estoy seguro. Este régimen no ha dado manifestación alguna de saber perder y, por lo tanto, es de esperar grandes dificultades de gobernabilidad además de todo tipo de zancadillas durante el periodo octubre 2012-enero 2013 cuando el desencanto, la rabia y la desesperación serán pésimos consejeros del régimen saliente. No le temo al resultado electoral de octubre 2012 pero confieso que tengo graves reservas sobre la posibilidad de gobernar a partir de enero 2013, sobretodo porque creo que algunos precandidatos no han medido la enorme dimensión del reto cuando tengan que enfrentarse a un pueblo lleno de necesidades y expectativas no resueltas y a una oposición (el chavismo) llena de dinero, de mala intención y de resentimiento.
El nuevo gobierno será de transición porque manejará problemas que solo podrán ser superados por decisiones y políticas audaces, peligrosas, impopulares y sin duda distintas a las que tomaría un nuevo gobierno en otras circunstancias.
Por eso, el Presidente deberá anunciar su intención de no reelegirse. Para dar una demostración visible de estar dispuesto a tomar las medidas adecuadas sin pensar en su futuro político.
La historia se lo agradecerá. Pero tengan la casi certeza de que los ciudadanos a quienes gobernará…no.