martes, 2 de octubre de 2012

CARADURAS

El caso Caldera ha servido para poner al descubierto el fariseismo y el caradurismo de los parlamentarios del régimen, miembros de una Asamblea que de manera constante se ha negado a discutir groseros actos de corrupción que se han quedado sin una investigación seria. Algunos ejemplos: los alimentos podridos ¿quiénes los compraron ya vencidos? ¿Quiénes los dejaron podrir si algunos estaban en buenas condiciones? ¿Cuánto costaron? ¿Dónde están las facturas? En este caso hay una larga cadena de cómplices desde quienes pusieron las órdenes de compra, quienes recibieron las mercancías en los puertos y los que la almacenaron y las dejaron podrir. El caso de la gabarra de PDVSA adquirida por el doble de su costo a través de una empresa creada expresamente con el propósito de poder cargarle el sobreprecio. Los taladros chinos adquiridos sin licitación y a sobreprecio. El maletín de Antonini que se sospecha, con fundamento, que provenía de PDVSA. Los dineros del fondo de jubilación tomados con autorización de la junta directiva de PDVSA para ser invertidos con un estafador confeso. El caso Amuay que debería servir para descubrir el secreto a voces de las mil millonarias comisiones repartidas por los seguros y reasaeguros de PDVSA. Las múltiples denuncias en la fiscalía sobre corrupción y mala administración de los dineros públicos en varias gobernaciones y alcaldías. Los sobreprecios en prácticamente todos los proyectos iniciados por este gobierno. Al oír algunas de las intervenciones de los diputados oficialistas sobre la actuación del diputado Caldera parecía que hablaba un coro de arcángeles ofendidos porque un político había recibido una contribución para su campaña a la alcaldía. Sorprende esta indignación en boca de quienes utilizan groseramente los bienes públicos para hacer campaña electoral, presionan y obligan a los empleados del estado a acudir a sus actos. Le han entrado a sangre y fuego al erario público y muchos de ellos exhiben un nivel de vida no explicable por los ingresos asociados a sus profesiones y actividades.


Un diputado en su intervención mencionó que la oposición recibía contribuciones del exterior (del imperio). ¿Será que se le olvidó el millón de dólares que Chávez recibió de un banco español? Es verdaderamente patético presenciar a los representantes del gobierno más corrupto que ha conocido el país rasgarse las vestiduras ante la acción del diputado Caldera que, horror de horrores, aceptó una contribución en efectivo de un empresario.

A Caldera se le debe condenar por pendejo. Por dejarse grabar. Por no escoger mejor la fuente de su financiamiento y por estar, al parecer, dispuesto a servir de intermediario para poner en contacto al candidato Capriles con su benefactor. Tampoco eso es un pecado pero coquetea demasiado cerca con el tráfico de influencia y creo que eso fue lo que molestó más a Capriles y lo obligó a actuar como lo hizo.

En una reunión entre sectores de la vida nacional se criticó la falta de apoyo de algunos empresarios a la campaña de la oposición que se veía en minusvalía ante los enormes recursos del régimen. No se llamé nadie a engaño. Las contribuciones a campañas políticas son normales. En el caso Caldera lo más criticable fue el montaje y la utilización de una conversación privada con fines políticos. Ese fue el verdadero delito. Eso e intentar enterrar con Caldera la denuncia del magistrado Aponte Aponte que resultó en una sentencia injusta de 30 años a cinco ciudadanos inocentes. Pero “eso” no se discutió en la Asamblea Nacional.