El panorama petrolero mundial para el 2008 se presenta interesante. La recesión que amenaza a los Estados Unidos de materializarse pondría a prueba el carácter “globalizado” de su economía y se comprobaría si los fuertes vínculos del pasado que ha tenido ese país con la suerte de la economía de otras naciones se mantiene todavía. El continuo deterioro del dólar, como moneda de las transacciones petroleras, ha puesto a algunos países exportadores de petróleo a pensar seriamente sobre la conveniencia de cotizar sus barriles en otra moneda. Sin embargo, Arabia Saudita se mantiene firme en su propósito de defender al dólar para proteger las enormes inversiones que ha hecho en esa moneda.
Independientemente de vaivenes de corto plazo lo cierto es que los precios petroleros no dan señales de debilitarse seriamente a mediano y largo plazo y la demanda petrolera continúa en aumento. Las reservas petroleras, por los próximos 20 años, serán suficientes para atender la demanda aunque esto dependerá de la voluntad de empresas y gobiernos de invertir lo necesario para producir esas reservas. En resumen, la recesión pasará y los precios se mantendrán a niveles altos. La demanda absorberá los incrementos de la producción mundial que no serán de una magnitud suficiente como para provocar una sobre oferta.
Todo lo dicho es solo para aseverar que Venezuela, si pudiera aumentar su producción petrolera hasta llegar a 5 millones de barriles diarios (b/d) o más, en los próximos 10 años, tendría prácticamente asegurada su colocación a buen precio.
Lamentablemente de lo que disponemos hoy es de un aparato petrolero (PDVSA) en camino directo a una seria crisis de supervivencia. Sus características son: Una situación financiera deplorable con un endeudamiento criminal, sin que estos dineros se hayan invertido en bienes productivos. Una caída brutal de la producción ya inocultable. Un parque refinador que no puede cumplir con el objetivo de generar productos rentables (se han puesto en el mercado enormes cantidades de combustible residual por no poder convertir este producto en otros de mayor valor agregado, utilizando las plantas de alta conversión hoy muy deterioradas). Se venden por razones políticas a bajos precios unos 300 mil b/d de petróleo y se han efectuado transacciones a futuro por otros 200 mil b/d por los cuales se recibió ya el producto de su venta. Se despide a más de 20 mil trabajadores, flor y nata de especialistas. Se creó un sistema perverso de administración de personal que prefiere el color político por encima del conocimiento. Se canibaliza el flujo de caja de PDVSA para dedicarlo a actividades que nada tienen que ver con la explotación petrolera y se le entregó la Faja Petrolífera a grupos internacionales, sin experiencia ni dinero ni tecnología. No hay niveles de precios que puedan compensar tanta irresponsabilidad e ineficiencia.
PDVSA ya no es una empresa petrolera. El Ministerio de Energía y Petróleo es una mala parodia de lo que debería ser y ambas instituciones se insertan dentro de un gobierno donde reina la improvisación y la mediocridad.
Por años estuvimos luchando para poder operar dentro de un mercado petrolero de altos precios. Ahora que lo tenemos hemos decidido neutralizar un bienestar potencial mediante el desempeño más ineficiente de empresa petrolera alguna.
“Ahora PDVSA es de Todos”. Pueden confiscar mi parte… lo que queda de ella.
PD: Escrito lo anterior me entero de la congelación de algunas cuentas y activos de PDVSA en el exterior por orden de un tribunal a solicitud de Exxon Mobil. Comentaremos próximamente.