domingo, 14 de diciembre de 2008

LA INGOBERNABILIDAD ANUNCIADA

La nueva ecuación política generada por los resultados del 23N nos lleva a la necesidad de reiterar, una vez más, la importancia de defender el acto electoral como el mecanismo idóneo para imponerle al país soluciones políticas. Es imprescindible hacer esta reiteración porque el intento del presidente Chávez de desconocer la voluntad popular pudiera hacer surgir en algunos círculos democráticos la vieja tesis de la abstención como una manera de reaccionar ante un régimen que claramente irrespeta los resultados electorales.
No hay duda que es tentador responder que dada esta realidad, triunfar en las elecciones sirve de muy poco. Sin embargo, el análisis no es tan lineal. Al limitar los aspectos de la reacción del gobierno al nivel de su desconocimiento de los resultados electorales nos estamos olvidando del desgaste progresivo que estas acciones le causan al régimen y sobretodo al presidente Chávez. Vaciar a las gobernaciones y alcaldías y descalificar a las autoridades recién electas tiene un alto costo político en cuanto aumenta las dificultades de la gobernabilidad. No es casual que tanto después del 2D y del 23N Chávez se haya desbocado perdiendo toda apariencia de respeto a la democracia. Abusando de “cadenas” sobre eventos políticos meramente partidistas. Pero las dificultades políticas que se le presentarán serán pálidas ante la crisis económica que se avecina, que afectará al régimen dentro y fuera del país.
En el 2009 Chávez va a saber quienes son sus verdaderos amigos externos una vez que la crisis le haya agotado la chequera internacional, mientras que el nuevo presidente de los Estados Unidos busca alianzas más fuertes con América Latina en países como Brasil, México y Colombia. Mientras sus amigos externos le dan la espalda en Venezuela, el frágil andamiaje que ha construido sobre dádivas y promesas se desplomará sin remedio y los más golpeados por la crisis serán las clases populares que le reclamarán, sin miedo, por sus planes incumplidos y ahora, claramente incumplibles.
Sumemos las derrotas electorales recientes (2D y 23N) y otra por venir, si Chávez insiste en acudir a un referendo constitucional. Una crisis económica mundial que afectará a Venezuela dado los bajos precios petroleros que se estiman para el año próximo. Un equipo de gobierno que actúa sin dirección y sin objetivos claros. Una pérdida casi total de la funcionalidad de las instituciones del estado, TSJ, CNE, AN, Fiscalía, Contraloría, incapaces, por castradas, de tomar decisiones que puedan ayudar a la gobernabilidad del país. Un sector privado desarticulado, empobrecido y totalmente alejado de los mecanismos de decisión nacionales, durante los últimos 10 años, apuntan a que Venezuela será ingobernable por este régimen en el futuro previsible.
La gran pregunta es ¿qué hará Chávez? Tiene tres opciones teóricas:
  1. Cambiar de rumbo. Se olvida de la revolución y democratiza su gestión solicitando la ayuda de toda la sociedad. No parece capaz de esto. Ni hay indicios de ello.
  2. Le da un golpe definitivo a la democracia y se convierte en un dictador sin careta. Posible, aunque tendría que contar con instituciones represivas incondicionales.
  3. Guapea. Sigue como si no pasara nada hasta que se le acaben los recursos. El país se le va de las manos.

El escenario que menos queremos es el de la dictadura. Pero es el más probable si la ciudadanía abandonara la vía electoral como arma política.

Hay que volver a derrotar a Chávez, por la vía de los votos. En el referendo, en las elecciones municipales y en las de la Asamblea Nacional. Ni Chávez puede desconocer cinco derrotas seguidas.