Entre las lecciones que nos dejo el 23N hay dos que merecen analizarse en cierta profundidad. Una es, que a pesar de que la oposición logró seleccionar un número importante de candidatos de unidad, no logró conformar una “dirección política” como última instancia para el diseño de una estrategia común y un mensaje coordinado.
La sombra que pesa sobre la efectividad de la “Coordinadora Democrática” ha impedido que, el magnífico experimento de contar con un foro permanente para la discusión y toma de decisiones críticas de la oposición, se lograra una vez más. Se ha intentado darle formas diferentes, desde salas situacionales, reuniones entre partidos políticos, nuevos grupos de análisis y estudio, unos como asesores del liderazgo, otros como protagonistas del quehacer político. Estos esfuerzos son útiles pero no pueden sustituir eficazmente a un centro nacional para las grandes discusiones políticas y lograr “eso” bajo cualquier figura que se escoja, siempre y cuando tenga en su seno la representación adecuada, es ahora absolutamente imprescindible. Puede ser un gran frente nacional o una federación de grupos y partidos políticos ya existentes, con un cuerpo operativo que los coordine. Ya existen partidos políticos importantes de oposición, grupos que analizan y participan en el quehacer político y gobernadores y alcaldes electos que a su vez deberían también conformar, cuanto antes, un frente para la defensa de sus atribuciones.
No son pocas las amenazas a la democracia en Venezuela. Tanto por la vía de la imposición de un gobierno centralista concentrado en un solo hombre y la sustitución por ese mismo y único hombre del principio de la alternabilidad en el poder.
La otra lección tiene que ver con la real posibilidad de defender los votos. Desde los días del Referendo Revocatorio he sostenido que si la oposición con testigos en todas las mesas electorales, recibe copia de las actas antes de ser enviadas para su totalización (se evita fraude de transmisión) y se verifica el contenido de las actas (un porcentaje importante) con los recibos depositados en las cajas oficiales, no hay fraude electrónico posible. Felizmente los resultados del 2D y 23N corroboran esta aseveración. Sin embargo, hemos tenido resultados apretados en estas últimas elecciones que no hemos podido defender “hasta el último voto” por no tener copia de todas las actas. Ante la enorme importancia de un posible próximo referendo para introducir en la constitución la reelección continua del presidente de la república y siendo este objetivo el más importante para el régimen no se debe acudir, otra vez, a un proceso electoral sin tener la absoluta seguridad de poder defender cada voto. Lo que parece que no podremos solucionar es el ventajismo obsceno preelectoral que utiliza el régimen.
No hay manera de minimizar las amenazas que, como consecuencia de los resultados de las elecciones del 2D y 23N le han llovido al país. El presidente personalmente se ha encargado de darle un portazo en las narices a quienes le han ofrecido su apoyo. No ha habido un solo gesto amistoso para responder a todas las ofertas de diálogo y apertura que ofrecieron los opositores. Ante sus ofertas de trabajar juntos, de conversar, de crear un país donde, de nuevo, quepamos todos, la respuesta ha sido más destemplada que nunca. Por eso, ante la evidencia de que no habrá diálogo ni acomodo, la oposición tiene, hoy más que nunca, que fortalecer su posición ante el régimen mediante la creación de un gran frente político, sin grietas por donde se escapen las reales oportunidades de recuperar al país.