Peter Drucker escribió un ensayo titulado “El Monstruo y el Cordero” (John Wily and sons. Feb. 1998. En “Adventures of a Bystander”). Como veremos ese título omite a quien, quizás, sea el más maligno de todos.
El Profesor de Bioquímica
Daba clase en la universidad de Frankfurt en 1933. Era candidato al Premio Nobel. Un comisario nazi se presentó en el claustro y le impuso a los profesores condiciones inaceptables de subordinación al régimen, entre ellas la prohibición del acceso de los judíos a la universidad y el despido, sin compensación, de los colegas de esa religión. El profesor se mostró indiferente ante la nueva situación a cambio de poder continuar con sus investigaciones.
El Monstruo
Reinhold Hensch era en 1933 compañero de redacción de Drucker en un diario de Frankfurt. Tuvo la opción de abandonar Alemania pero decidió quedarse porque obtendría dinero, poder y reconocimiento. Además, no creía que los nazis cometerían las barbaridades que ya se anunciaban. Llegó a obtener la posición de segundo de los comandantes del SS, con el rango de teniente coronel, encargado de aniquilar a los judíos. Se suicidó al finalizar la guerra.
El Cordero
Paul Schaeffer era un brillante periodista a quien le fue ofrecida la dirección de un prestigioso diario. Drucker le aconsejó que no aceptara porque el nazismo le impondría una línea editorial para justificar las tropelías del régimen. Schaeffer aceptó el cargo porque pensó que si estaba allí sería el único capaz de neutralizar al régimen, además no podrían despedirlo sin causar un escándalo internacional. A los dos años el nazismo cerró el periódico y de Schaeffer nunca se supo más.
Sobre lo anterior Drucker construye conclusiones contundentes: El mal es monstruoso y los hombres son tímidos, como lo demostraron Hensch y Schaeffer. Por esa razón, y cito a Drucker, “porque el mal nunca es banal y los hombres frecuentemente lo son, los hombres no deben pactar con el mal bajo ninguna circunstancia ni condición, porque las condiciones siempre serán las del mal. El hombre se convierte –entonces- en el instrumento del mal, como Hensch cuando cree que puede subordinar el mal a su ambición o como Schaeffer que se asocia al mal creyendo que puede neutralizar sus efectos y sus consecuencias”.
Sin embargo, para Drucker, el más peligroso es el indiferente. El profesor de bioquímica. El que ni mata ni miente. Pero se niega a ver cuando “crucifican al Señor”.
Mi tropicalización del relato de Drucker se resume así:
- No se puede negociar con el mal.
- No se puede pretender aprovechar el mal sin contaminarse.
- No se puede creer en la posibilidad de neutralizar el mal porque somos importantes y conocidos.
- El mejor aliado del mal es la indiferencia que supone que las trágicas consecuencias de la malignidad, nunca tocarán a su puerta.
LA VENEZOLANIZACION DE DRUCKER
Al leer este ensayo de Drucker, vi al régimen actual de Venezuela como la encarnación del mal. A todos los que se han enriquecido “aprovechando” las debilidades morales de la “revolución”. A Schaeffer lo vi representado por algunas “almas buenas” que siguen al pie del cañón pensando que, de no estar ellos allí, “la cosa sería peor”. Y, por último, vi al Profesor de Bioquímica en los millones de venezolanos que contemplan con indiferencia e inacción, a todos los signos del desastre inminente, de la corrupción, de la destrucción institucional y del ataque despiadado a su autoestima... y siguen creyendo que “eso” no es con ellos.
PD: Este artículo es una nueva versión de uno escrito en marzo 2002. (ver sección de Lecturas Recomendas en este blog)
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