No sé si es la enfermedad o si responde a una estrategia electoral o si siempre ha sido así y no nos habíamos dado cuenta pero en la última intervención que oí desde La Habana Chávez parecía hacer una lista de los defectos y las trapisondas de la revolución para acto seguido atribuírselos a la oposición. Según la percepción presidencial la oposición no tolera la presencia de periodistas oficialistas en sus actividades y los agrade físicamente. Es todo lo contrario. A diario se ataca a quienes ejercen la profesión en medios no oficialistas, muy especialmente en Globovisión. No se les permite entrar a actividades oficiales. Se les confisca y destruye cámaras y videos. Cuando pueden hacer preguntas, se les responde con descalificaciones personales e institucionales. Si lo dicho o escrito por un periodista opositor no es del agrado del presidente y éste así lo manifiesta, los resortes del poder se mueven con inusitada rapidez y el “culpable” es hostigado vulgarmente por la televisora del Estado, acusado formalmente de cualquier cosa y en demasiadas ocasiones privado de su libertad.
El presidente habló de la inseguridad. Resulta que los responsables de la violencia en el país son los líderes de la oposición que predican el odio. El presidente dio el ejemplo de cómo las manifestaciones populares del oficialismo son alegres y tranquilas mientras que las de la oposición generaban violencia. Parece que los tiros disparados en Cotiza al paso de Capriles fueron hechos por la oposición o provocados por atreverse a acudir a una zona reservada al régimen o por provocar reacciones del pueblo que ama a su líder y no tolera escuchar críticas a su gestión.
Otra estrategia es la negación de catástrofes destacando otros hechos que disminuyan su importancia. Así el derrame petrolero de Monagas se olvida ante la “traición” del gobernador Briceño. Es falso que en Venezuela el agua no sea “potable” aunque al abrir el chorro lo que de ahí salga este contaminado.
PDVSA funciona tan bien que ahora se le va a agregar la responsabilidad de pagar la inmensa deuda laboral que tiene el Estado con sus trabajadores activos y jubilados. No estamos en desacuerdo con que parte del ingreso petrolero se utilice para fines sociales y hasta se beneficie directamente a todos los trabajadores mediante dividendos de la operación petrolera. Pero, ojo, no en forma improvisada, creando antes del primero de mayo, unos fondos de empresas que todavía no existen. Diseñar un fideicomiso con las acciones de las empresas mixtas petroleras es una idea que propusimos hace ya bastante tiempo. Pero, el régimen pretende repartir algunos beneficios (dividendos) conservando la propiedad total de las acciones. Se repite lo que ha hecho con las tierras y las viviendas, no entrega títulos de propiedad. Los trabajadores no van a ser dueños del fondo donde se depositen las acciones de algunas empresas petroleras.
Sin embargo, creo que empezar a crear fondos con un porcentaje del ingreso petrolero para cumplir con algún objetivo social específico es un precedente importante. Permitir que algunos papeles del Estado se transen en la Bolsa de Valores aunque con restricciones es mejor que dejar las cosas como están. El régimen ha abierto una rendija para que otro gobierno pueda utilizarla para diseñar una política moderna de Estado que de una vez abra el negocio petrolero a todos los venezolanos, mediante mecanismos que les permitan convertirse en sus propietarios y en sus beneficiarios directos.
¡Nadie sabe para quien trabaja!