Hay interesantes debates sobre
los precios de la gasolina en el mercado venezolano. Casi todos están de
acuerdo en que no se debe seguir “regalando” la gasolina. Las razones son
obvias: el bajo precio estimula el consumo, promueve el contrabando a países vecinos
que tienen precios más altos y se reduce enormemente el flujo de caja de PDVSA.
Acertadamente, la mayoría de los que apoyan el alza del precio condicionan esta
decisión a que el gobierno cambie su política petrolera en lo relacionado con
su comercialización y las condiciones “especiales” que se le dan a algunos
países. El argumento subyacente es que no debemos castigar al consumidor
venezolano mientras subsidiamos a los de otros países. Así el Centro de
Orientación de Energía propone que se establezcan condiciones comerciales en la
venta de petróleo a Cuba y a todos los países que reciben subsidios.
El problema es que el llamado
socialismo del siglo XXI está financiado por PDVSA y esto incluye una política
exterior que favorece a algunos países para que estos nos apoyen en instancias
internacionales, amén de que establezcan la ideología que rige en Venezuela. Un
caso especial es China que le presta al régimen cantidades sustanciales de
dinero a cambio de petróleo que PDVSA suministra sin recibir pagos por estos
envíos. Además, a PDVSA se le ha encargado de subsidiar Misiones, alimentos,
obras civiles, etc. Peor aún, el régimen subestima el ingreso petrolero para
disponer a su discreción entre lo estimado y el ingreso real.
Supongamos, Dios nos libre, que
todas estas marañas fuesen eficientes. Todavía tendríamos un problema mayor ¿cuánto
le cuesta a los venezolanos esta política? Si PDVSA y el régimen tienen la
libertad de subsidiar sin cuantificar costos ¿cómo, entonces, podemos calcular
el costo beneficio de estos subsidios? Por otra parte, ¿cómo se puede evaluar
la gestión de PDVSA si se le restan ingresos propios y se le agregan costos que
no le corresponden?
Hace tiempo recomendé un
sistema para que los subsidios que, por razones políticas, da PDVSA así como
cualquier gasto no atribuible a su función medular, se cuantificaran de la
manera siguiente: Tomemos como ejemplo a Cuba y a China. Si el régimen estima
que estos dos negocios son favorables y necesarios, entonces, en ambos casos el
Ministerio de Energía y Petróleo le debe comprar a PDVSA los volúmenes
necesarios a precios de mercado para luego revenderlos en condiciones
“especiales”. Como habrá una diferencia importante entre lo que le pagará a
PDVSA el Ministerio y lo que recibirá de los clientes, deben cuantificar esa
diferencia para incluirla en su presupuesto para la aprobación por la Asamblea
Nacional. Así todos sabremos el verdadero costo de los “favores”. Lo mismo se
debe hacer para las Misiones y otros gastos no relacionados con el petróleo. Yo
quisiera verle la cara a los diputados del régimen aprobando estos subsidios
con números en la mano. Ante la magnitud de lo que representa esta política de
cargarle a PDVSA los caprichos populistas del régimen, la discusión para su aprobación
en la Asamblea Nacional será más que interesante. Es muy fácil entregar lo que
no es de uno cuando no hay que rendir cuentas.
En cuanto a la gasolina, como
el país está militarizado, por las buenas o por las malas, el aumento va, si
así se decide.
Ninguna de estas sugerencias
serán atendidas. Pero aquí quedan…por si acaso.
PD: Si PDVSA se gerencia como
empresa comercial obtendrá ganancias suficientes para invertir, aumentar la
producción y contribuir al fisco mucho más que hoy.