viernes, 11 de abril de 2014

CORRUPCION Y TORTURA


LA CORRUPCIÓN

Robert Mabro decía que toda sociedad tiene un margen de corrupción “tolerable”. Cuando ese equilibrio se rompe las sociedades pueden colapsar. El caso típico es el de Sha de Irán que violó el acuerdo entre el Bazar y la religión. Por su parte, Moisés Naim hace años escribió un controversial artículo en el cual alegaba que, en algunos países, la lucha contra la corrupción había perjudicado su desarrollo. Esta aseveración fue criticada por muchos que no entendieron que lo que Naim alegaba era que los múltiples problemas de las sociedades no se deben a una sola causa y que la corrupción ha sido el villano conveniente en muchos casos.

En Venezuela siempre ha habido corrupción pero jamás se había “democratizado” como ahora. Antes robaban los caudillos y algunos de sus ministros pero ahora se roba más por 3 razones. Una, porque el pote de lo disponible es mucho mayor que antes. Dos, porque los grandes ladrones están dentro de todas las instituciones y se cubren entre ellos y tres porque, como alguna vez dijo Gonzalo Barrios, “no hay razones para no robar”, excepto, por supuesto, por honestidad, por moral pública y por el reconocimiento de la diferencia entre lo público (lo de todos) y lo privado (lo mío). Se han creado grandes fortunas porque sus dueños pensaron que podían apoderarse de lo público para repartirlo entre pocos en términos relativos pero entre muchos en términos absolutos.

No puede ser exitoso y feliz un país, como Venezuela, donde conviven la corrupción, la ignorancia administrativa, la deshonestidad intelectual y la impunidad. Lo peor del régimen fue corromper a la ciudadanía para que presenciara indiferente como se pudren alimentos que pudieran llenar los anaqueles hoy vacíos y como se roban los dólares que se le niegan al sector productivo del país. Los sobreprecios en los pocos proyectos que se inician y que nunca se concluyen. El escándalo del sector eléctrico, la destrucción de PDVSA y las empresas de Guayana. Pero esa abulia popular que hasta hace poco aceptó mansamente los desmanes del régimen se acabó. Los robos del oficialismo ya no pueden esconderse detrás de sus mentiras. En Venezuela lo único que sobra son los discursos.

 

LA TORTURA

Héctor Mújica dijo alguna vez que después de la tortura no se cree en nada ni en nadie. Pero hay algo peor. El uso y abuso de la tortura como instrumento de convicción puede producir, en los que la sufren, efectos sorprendentes. Son conocidas las horribles torturas que infligieron algunos oficiales que habían sido torturados cuando militaban en la resistencia francesa. No fue un acto de venganza contra sus torturadores. Fue contra periodistas que escribieron algo con lo que los antiguos sufridos no estaban de acuerdo. Pasaron de víctimas a victimarios. Les decían a sus torturados: somos como los nazis. Te vamos a matar. No hay explicación racional para justificar lo aquí narrado excepto que el torturado, ahora torturador, se haya convencido, por experiencia propia, que podía imponer, sin argumentos el miedo que desata la tortura. Pero nadie se llame a engaño, cuando la tortura se colectiviza, son demasiados las víctimas y sus dolientes que algún día serán libres para enjuiciar a los ejecutores del régimen torturador.

Por eso, esta política, que parece estar imponiéndose en el país, de torturar a los jóvenes que protestan no puede resultar sino en la violencia como reacción.

Hablar de paz en una sociedad acosada por las indignidades que sufren los torturados y negociar con sus verdugos no es una opción porque la percepción ciudadana será que, de no aceptar lo propuesto por el régimen, los van a torturar para lograr un falso acuerdo.

El régimen está cavando su propia tumba bajo el dolor de muchos. Deberían recordar a los franceses y temerle a un futuro donde pueden ser las víctimas: No por un acto de venganza sino porque los antiguos mártires puedan estar convencidos de que la tortura es el mejor instrumento para imponer sus ideas.

Dios nos libre de vivir en esa sociedad.