En el año 2011 se estrenó
“Contagion”, una película sobre una epidemia de una enfermedad mortal,
desconocida hasta entonces. Expertos en pandemia y virus han acordado que la
cinta cumple con los requisitos de la representación de una situación posible.
Los dilemas éticos que presenta “Contagion” son tan importantes como los
procedimientos para lograr la solución científica de la epidemia. Analicemos
algunos de ellos.
I. Uno de los investigadores,
al comienzo de la epidemia, violó el principio de confidencialidad, al
informarle a su novia de lo que le sucedería si se quedaba en la ciudad. Se acepta
que se quiera proteger a los seres queridos, pero si esa acción pone en peligro
a la tranquilidad social, entonces es un delito moral. También lo es que la
novia pudo salir de la zona en riesgo, mientras muchos quedaron expuestos por
no estar advertidos del peligro. (En Venezuela el uso indebido de información
confidencial ha hecho millonarios a muchos)
II. Sobre la equidad en la
distribución de recursos, la película narra que la burocracia oficial puso un
avión a la orden de un senador, dejando a un médico investigador enfermo en el
sitio. (En Venezuela el sector oficial y militar tiene prioridad sobre el resto
de los ciudadanos para adquirir los recursos escasos)
III. Lo más importante, el
manejo de la información. En una época digital donde los ciudadanos pueden
informar o comentar sobre lo cierto y lo fantasioso es imposible que el
gobierno pretenda ocultarle información al público sobre una epidemia. En
resumen, lo que se requiere es información “oportuna y veraz”.
IV. En el siglo XXI, de las
tecnologías avanzadas y conflictos armados en casi todo el planeta, es una
tentación atribuirle una epidemia al bioterrorismo. Esto, salvo que haya una
certeza absoluta no debe hacerse público oficialmente (En Venezuela lo que no
hay es información oficial confiable. Todo se manipula, desde las muertes por
epidemia hasta la producción de PDVSA)
V. Hay otros dilemas como no
respetar un protocolo o violar algunos derechos humanos, si estos no pudieran
ser garantizados a todos los ciudadanos, dadas las circunstancias excepcionales
que produce una catástrofe.
En cuanto a los protocolos una
investigadora que había descubierto la vacuna contra la epidemia, sin mayores
pruebas, se la inyectó para demostrar su eficacia. Esto le salvó la vida a
muchos. Ella escogió el mal menor que era la posibilidad de morir si fallaba la
vacuna. (Se había contaminado expresamente antes)
VI. “Contagion” ataca a un país
desarrollado que cuenta con instituciones sólidas y con conexiones directas con
los más importantes centros de investigación científica del mundo. Sin embargo,
se cometieron varios errores, sobretodo en el retardo de la comunicación al
público, lo cual permitió especulaciones alarmistas y hasta ofertas por las
redes sociales de un remedio milagroso que curaba la enfermedad (un
reporterismo amarillista en combinación con una empresa farmacéutica
deshonesta)
VII. Estos problemas de orden ético
que debe solucionar un Estado nos recuerda la tragedia de Vargas en el año
1999. Quedan muchas preguntas sin respuestas: ¿se respetaron los derechos
humanos, las decisiones se hicieron dentro del marco legal (casos de las
adopciones de los niños huérfanos por la tragedia), los recursos se
distribuyeron con equidad y justicia, hubo transparencia en la información, las
estadísticas de los daños (muertes y pérdidas materiales) fueron fiables?
Ante posibles epidemias en
Venezuela, ebola, chikungunia, dengue, etc., la sociedad debe estar alerta y
reclamarle al Ministerio de Salud y a todas las instituciones pertinentes,
públicas y privadas, que se reúnan para revisar los protocolos existentes y
adaptarlos al siglo XXI.
PD: “Contagion” es un problema
médico pero los dilemas morales que de esa epidemia se derivan pueden
extrapolarse a cuestionamientos éticos de cualquier tipo para todas las
sociedades.
¡Sobretodo la nuestra!
quiroscorradi@gmail.com