Señores de la Mesa de la
Unidad y otros, en especial, Ramón Guillermo Aveledo, Henrique Capriles,
Leopoldo López, María Corina Machado, Julio Borges, Henry Ramos Allup, Roberto
Henriquez, Omar Barboza, Andrés Velásquez y Gabriel Puerta Ponte. Estos son los
políticos de partido pero ya es hora que se construya un bloque que incluya a
personalidades de la sociedad civil, cuidadosamente seleccionadas y suficientes,
que tengan una visión informada de lo que realmente sucede en el país. Para eso
deben hurgar no solo en el mundo de la academia sino también en los sindicatos
y líderes populares. La idea no es construir una asamblea. Los que me conocen
saben que siempre he preferido a grupos pequeños, representativos e informados,
a una agrupación que pretenda incluir a todo el que tenga un discurso para,
inevitablemente, terminar en una rebatiña por tomar la palabra con muchos
oradores y pocos resultados.
Es la hora de convocar a la
unidad antes de que el país se desplome y se imponga una dictadura represiva
que ya ha enseñado las uñas. Lamentablemente, sus víctimas, muertos y
torturados, han sido jóvenes estudiantes universitarios. Pero, también se ha
desatado un hampa peculiar que muchas veces parece que mata por placer. Este
desastre de 15 años ha destruido la moral pública. Desde la tribuna
presidencial y desde la Asamblea Nacional se actúa irresponsablemente al acusar
de magnicidio a personas que en su vida han manejado un arma ni conspirado para
matar a nadie. Ese discurso desata el odio y hasta sugiere el uso de las armas y
la violencia para resolver conflictos. Las brigadas motorizadas criminales son
el resultado de un régimen que no habla sino de gobierno cívico militar, que
nombra a oficiales activos en posiciones que corresponden al sector civil y se
definen como una revolución armada. Ha destruido la economía, ha impuesto la
corrupción como sistema, en lugar de las licitaciones honestas. Da risa, si no fuera
tan trágico, que Giordani diga, en su famosa carta, que PDVSA se consolidó y
acabó con las Consesiones. El gran planificador no sabe que la estatización de
la industria petrolera, bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, y la
dirección de Valentín Hernández, a quien la historia le debe un justo
reconocimiento terminó, antes de que se vencieran, con las Concesiones.
Hernández era un profesional que se ganó el respeto de todos. Simplemente compárenlo
con el actual ministro de Petróleo.
Ante esta tétrica situación no
caben medias tintas. Aquí hay que decidir, sin muchos remilgos, si se está
dispuesto a esperar que este gobierno concluya, a fuerza de represión, su
periodo constitucional o si se diseñarán planes para que, por mecanismos
constitucionales, se anticipe su salida. Esta, en el fondo, es la decisión
crítica que hoy acosa a la oposición. Si no se pueden poner de acuerdo en la
respuesta, no habrá unidad y se dividirá en dos bloques la fuerza opositora.
Mi opinión, aunque nadie me la
haya pedido, es: 1. Este régimen no tiene un líder que pueda imponer las
medidas políticas, económicas y sociales que se requieren para revertir el
desastre. 2. Creo que está demostrado que el diálogo no vale la pena, por la
razón dada en el punto anterior. 3. Esperar hasta 2019 tiene muchos peligros,
entre ellos: (a) Si la situación se vuelve insostenible, como seguro sucederá,
hay peligro de un golpe militar que puede resultar en un remedio peor que la
enfermedad. (b) Para mantener la “calma” aumentará la represión y, lo más
grave, es: (c) De aquí al 2019 el régimen cambiará el sistema político y el
electoral. Gobernadores y alcaldes perderán sus poderes. El país se dividirá en
zonas militarizadas con comunas que responderán directamente al poder
ejecutivo. Si hubiera elecciones serían de segundo grado, con las comunas
eligiendo a los poderes públicos.
No creo que debemos esperar a
que “esto” pase.
quiroscorradi@gmail.com