Esta debe ser, por ahora, la
última entrega de una trilogía que comenzamos en El Nacional digital, hace dos
semanas. Hemos recibido varios comentarios. Uno que consideramos importante por
venir de un petrolero que sigue activo como consultor. Básicamente, nos
argumenta que la Faja Petrolífera puede todavía desarrollarse y competir, por
ejemplo, con el crudo de las arenas bituminosas de Canadá. Que el gas Costa
afuera también podría competir gracias a la nueva tecnología que permite
licuarlo en los mismos buques en que lo transportan. Que América del Sur puede
ser todavía un mercado porque sus reservas son bajas para la población que
alberga. Que no es seguro que tengamos reservas de crudo liviano y mediano y
que las exploraciones a riesgo por esos crudos que se hicieron durante la
Apertura resultaron poco menos que un fracaso.
No soy ingeniero petrolero, a
pesar de que algo aprendí de producción y refinación en mis 32 años en la
industria. Pero lo mío es política petrolera, planificación y comercialización.
De manera que sostengo que, aunque todo lo anterior fuese cierto y que todavía
tenemos un ventana de oportunidades de 15 años (Nelson Hernández dixit) o algo
más, el futuro de nuestra industria petrolera cuelga de un hilo muy delgado.
Peor aún, lo que está en juego es el futuro del país porque, hagamos lo que
hagamos, los ingresos que producirá el petróleo, por sí solos, no alcanzaran
para financiar la recuperación del desastre que nos dejará este régimen.
Supongamos que aumentamos la
producción y comercializamos todo. La pregunta es ¿cuánto de esas ventas
ingresarán al Fisco nacional? PDVSA está endeudada criminalmente y tiene que
pagar con petróleo dinero que no ha ingresado a sus arcas. El país está también
a punto de entrar en “default” con sus acreedores externos y, si quiere
cumplir, entonces pagará y dejará al país ayuno de dólares.
Aparte de los peligros
mencionados en mis 2 artículos anteriores, hay 3 que se quedaron afuera. 1.
¿Dónde están los recursos humanos que requerimos para, aunque sea, vigilar la
operación petrolera? Porque si de operar directamente se trata, olvídense. 2.
¿Habrá disponibilidad inmediata de equipos como taladros, tubos de perforación,
aceros para tanques, químicos, etc, que se requieren para operar y construir la
infraestructura necesaria para un aumento rápido e importante de producción? 3.
Cada día la protección ambiental tiene más fuerza y por supuesto, cumplir con
lo ineludible, será costoso.
Lo anterior, es lo técnico.
Evaluemos lo político. ¿Este régimen o el que lo reemplace va a cambiar las
leyes y la idiosincrasia popular para llamar a las empresas multinacionales con
tecnología y dinero, incluyendo a los chinos, si es que ya no lo han hecho con
estos últimos y decirles: aquí está la Faja, aquí están algunas áreas donde
puede haber petróleo liviano y mediano, encárguense de todos los costos y
páguenme una regalía razonable, el impuesto sobre la renta y, si están
dispuestos, dennos un bono para entrar al negocio? Además, hay que privatizar
las empresas de Guayana, incentivar a la industria privada en agricultura,
industria metalmecánica, servicios a la industria petrolera, turismo y, lo más
importante, desarrollar una educación moderna que desde el preescolar rescate
la enseñanza de valores basados en la educación socioemocional, Psicología
Positiva, aprendizajes de las neurociencias aplicadas a la educación, Bioética
y Neuroética. No solamente no nos hemos puesto al día con las nuevas
investigaciones de las ciencias y los dilemas morales que producen sino que nos
hemos atrasado. Nuestra máquina del tiempo educativa solo sabe retroceder.
Para no caer en el foso más
profundo del Tercer Mundo, tenemos que reaccionar ya y no hay voluntad política
para hacerlo ni en el régimen ni en la mayoría de la oposición ni tenemos un
pueblo educado que entienda la gravedad de lo que nos espera.
En resumen, con las deudas que
tenemos, con el atraso tecnológico y educativo. Con la inseguridad y la
corrupción. Con el desprestigio internacional que hemos acumulado, si no
convocamos a una verdadera revolución ya y nos resignamos a unos años duros
para recuperarnos y empezamos a producir bienes no petroleros, no tendremos
futuro. Aunque haya un milagro que duplique los precios petroleros veremos
enriquecerse a los que han invertido para aumentar su producción y nosotros
seremos meros espectadores.
PD: El ciclo del petróleo en
Venezuela se cerró. Hoy tenemos que, otra vez, llamar a los que “saben” y
tienen recursos financieros para que se encarguen del negocio. ¡Como cuando
Gómez! (Si creen que exageramos, oigan el discurso de Maduro entregándole el
país al presidente de China)
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