domingo, 13 de julio de 2008

EL OPTIMISMO A PRUEBA

Soy por naturaleza optimista. Esto no quiere decir que mi optimismo sea ciego y se niegue a ver las dificultades que muchas veces estorban para que lo que uno quiere que suceda… suceda. A veces cuesta trabajo aceptar que los responsables, en contra de sus propios intereses, tomen decisiones claramente equivocadas. Este preámbulo es solo para confesar que mi optimismo se está poniendo a prueba, aunque persiste, en cuanto a la posibilidad de que los partidos políticos de la oposición y otros grupos electorales se pongan de acuerdo en la selección de candidatos únicos para las elecciones de noviembre.
Veamos lo que está en juego.
Por 10 años, Chávez, ha venido imponiendo su voluntad política, mediante el secuestro progresivo de los poderes públicos y el uso obsceno de los recursos de todos para promover y fortalecer a su régimen. Todo esto y mucho más ha sido posible gracias a la pérdida de legitimidad de los partidos políticos tradicionales y a las dificultades para consolidarse que han encontrado los partidos emergentes. Las últimas elecciones presidenciales, aunque perdidas, le dieron aliento a la oposición, lo cual resultó en una trascendente victoria electoral el 2D/07. En ambos casos, los partidos políticos dieron demostraciones claras de haber entendido los deseos ciudadanos, por su posición unitaria ante la candidatura presidencial de Rosales y su buen trabajo en contra de la abstención el 2D. No se si el liderazgo de los partidos políticos se ha dado cuenta de lo difícil que les ha sido rescatar su rol tradicional dentro del sistema democrático y lo frágil que es el nuevo apoyo que hoy reciben. A pesar de que todavía en todas las encuestas los partidos políticos de la oposición, suman un porcentaje bastante bajo de apoyo popular, la ciudadanía les ha concedido, el derecho de postular candidaturas propias e independientes con miras a depurarlas en una sola figura respaldada por todos. El “acuerdo” entre los partidos firmado el 23-01-08 se comprometió con este camino y la ciudadanía les creyó o, por lo menos, les dio el beneficio de la duda.
El objetivo principal de la oposición es derrotar al régimen en las elecciones regionales. Luego vendrán las elecciones para la Asamblea Nacional que, de perderlas el régimen, marcarán el fin del proyecto Chávez. O sea que, independientemente de los intereses regionales individuales, derrotar en Noviembre a los candidatos de Chávez se convierte en una absoluta prioridad y no hay mejor estrategia para lograr este objetivo que acudir a las elecciones con un solo candidato opositor por cada posición en juego. ¿Obvio?. Pues parece que no tanto. A pocos días de la fecha establecida para anunciar las candidaturas unitarias, el progreso hecho es bastante precario, por las dificultades que han surgido para reconciliar intereses partidistas con el interés nacional. Se olvidan los actores que sin unidad no hay victoria electoral y sin ésta no hay consolidación del interés partidista. Además, hay conductas seriamente criticables como las de algunos que pretenden “nombrar” a sus sucesores dentro de su clan familiar o de sus hombres de confianza. Es importante para la oposición marcar distancia con ciertas prácticas negativas del régimen, con la selección a “dedo” y con la balcanización de los esfuerzos.
Al liderazgo de los partidos políticos les pregunto si, como consecuencia de no haber logrado acuerdos sobre candidaturas unitarias se pierden alcaldías y gobernaciones críticas que pudieron haberse ganado, ¿creen que podrán sobrevivir después de Noviembre? Yo creo que no y ellos lo saben. ¿Entonces?