domingo, 24 de agosto de 2008

LA CONFISCACIÓN DEL PODER

En las democracias “normales”, las elecciones son un instrumento para acceder al poder. Lo cual significa que al poder al que se accede se podrá ejercer dentro de los límites que el propio sistema establece.
Conocidas las reglas del juego, sabidos los pesos y contrapesos del sistema, ganar una elección supone poder ejercer la posición que se obtiene sin otras limitaciones que las que imponen las conocidas reglas del juego y la habilidad o falta de ella, de quien ejercerá el cargo para el que ha sido electo.
Los candidatos, una vez triunfantes, aplicarán los programas que han diseñado para desempeñar con éxito la posición para lo cual han sido seleccionados. Revisarán las normas aplicables a su posición. Analizarán los presupuestos con los cuales cuentan para financiar su gestión. Revisarán los impuestos que pueden cobrar y establecerán prioridades para el gasto. Conocerán las leyes que se aplicarán en su gestión y sabrán, de antemano, los ingresos que pueden recibir del gobierno central cuando de autoridades regionales se trate. En otras palabras, un candidato a gobernador o alcalde tiene derecho a conocer no solo las dificultades con las cuales tropezará para ser electo sino que deberá poder ejercer su cargo una vez electo amparado por las normas que regulan su actuación. Solo así podrá ocuparse de los graves problemas que afectan a su comunidad. Solo si siente que tiene la libertad de actuar con la seguridad de que sus derechos como gobernante serán respetados podrá dedicarle al cargo el tiempo y el conocimiento necesario para ser exitoso.
Lamentablemente para los candidatos a gobernadores y alcaldes en las próximas elecciones regionales, ganar no significará haber conquistado el poder. Ganar la elección puede convertirse en una forma de subordinación no descrita en la constitución vigente. Ganar puede ser para los triunfadores el comienzo de un calvario no incluido en las atribuciones y obligaciones asociadas al cargo.
El régimen ha decidido que, independientemente de quienes resulten ganadores en noviembre las regiones serán gobernadas por el capricho del gobierno central, el cual les proveerá o negará recursos de acuerdo al grado de subordinación que estén dispuestos a exhibir.
Dada la clara intención del régimen de abortar todo intento de descentralización mediante gobiernos con caras regionales, defensores de los derechos de sus territorios, los futuros gobernadores y alcaldes deberán establecer como su primera prioridad la de gobernar, enfrentándose desde el primer día a todo intento centralista que pretenda negarle el libre uso de todos los recursos a los cuales constitucionalmente tienen derecho.
El gran reto que enfrentan las fuerzas democráticas del país no es solo utilizar el recurso electoral para acceder al poder y debilitar al régimen. El reto es impedir que el resultado electoral se convierta en una farsa dentro de la cual el régimen mantenga todos los hilos del poder independientemente de que ganen o pierdan las elecciones.
Si las nuevas autoridades regionales sucumben ante las presiones del gobierno central se habrá consumado el mayor fraude electoral de nuestra historia. Uno donde no habrá habido necesidad de alterar los resultados. Uno donde se habrá burlado impunemente la voluntad popular. Uno que obligará a los ciudadanos a luchar por sus derechos utilizando todos los medios a su disposición. Sin temor a las retaliaciones del régimen que nunca podrán causar más daño que el que se autoinfligirán quienes se rindan sin pelear.

domingo, 10 de agosto de 2008

“EL PLAN ENERGETICO DE OBAMA”

El candidato presidencial del partido demócrata de los Estados Unidos, Barack Obama, ha anunciado un plan para eliminar la dependencia energética de su país del petróleo importado del Medio Oriente y de Venezuela.
No es el primer plan energético de los Estados Unidos. La reducción de su dependencia ha sido un objetivo de todos los últimos gobiernos a partir del General Eisenhower después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, pese a grandes anuncios y grandes esfuerzos este país ha aumentado su dependencia energética, reducido su producción doméstica petrolera, aumentado las importaciones de petróleo y fracasado en desarrollar alternativas energéticas al petróleo de manera eficiente, barata y abundante. La historia del despilfarro energético de los Estados Unidos es tan clara que la tentación de extrapolar y concluir que, al igual que siempre el consumidor norteamericano se las arreglará para seguir desperdiciando energía, aunque en esta ocasión pareciera que los altos precios están siendo objeto de cuestionamientos políticos severos cuyas consecuencias pueden ser muy negativas para aquellos lideres que le den la espalda al problema.
A continuación algunos de los planes de Obama:
  • Invertir $150 millardos en 10 años para desarrollo de “energía limpia”.
  • Ahorrar en energía el equivalente de las importaciones del Medio Oriente y Venezuela durante los próximos 10 años.
  • Desarrollo de carros híbridos con un rendimiento de 150 millas por galón de gasolina.
  • Utilizar petróleo de la reserva estratégica para reducir el precio al consumidor.
  • Obligar a las empresas petroleras a devolverle al consumidor parte del alto precio cobrado.
  • Dar créditos fiscales para la compra de vehículos modernos de bajo consumo energético.
  • Desarrollar energía limpia del carbón.
  • Utilizarlos ya o perder las licencias para producir gas y petróleo.
  • Regular los mercados especuladores de futuros.
  • Asegurarse que 10% de la generación eléctrica provenga de recursos renovables en el 2012 y 25% en el 2050.
  • Aumento de recuperación secundaria por métodos modernos.
  • Perforación Costa afuera (en discusión).
Todo el programa estará, a su vez, inserto en un esfuerzo por reducir emisiones de gas de invernadero en un 80% para el 2050.
Lo interesante de la proposición de Obama es que combina acciones de corto plazo (reducción de precios al consumidor) con visión de futuro, identificación de plazos para diferentes acciones y costos asociados al esfuerzo.
Mientras en los Estados Unidos se desarrollan planes alternativos energéticos, aquí en Venezuela mantenemos una inexplicable inacción en materia petrolera. Seguimos sin invertir lo necesario para aumentar nuestra producción. Países como Brasil están desarrollando una política energética audaz que pudiera reemplazar a Venezuela como suplidor hemisférico seguro y confiable. No nos olvidemos que aunque los Estados Unidos sean exitosos en la política energética a futuro, pasaran por lo menos de 10 a 15 años antes de que reduzcan su dependencia en esta área de una manera contundente. Esos son los años con los cuales contamos para diversificar nuestra economía apoyados en la renta petrolera.
Debo confesar que por primera vez atisbo en el horizonte el principio del fin de la era del petróleo como la hemos vivido hasta ahora. El peligro está en que los altísimos precios de hoy no nos permitan ver la miseria potencial de mañana cuando converjan baja producción con baja demanda energética petrolera, sin haber desarrollado otras opciones para la creación de un futuro promisorio.

domingo, 3 de agosto de 2008

Y DESPUÉS DE CHÁVEZ… ¿QUÉ? III

En dos artículos anteriores esbocé algunos de los problemas que un nuevo gobierno tendría que solucionar. Recomendé que se comenzarán a analizar desde ahora a fin de tener planes concretos para cada uno de ellos, aprobados por la mayoría de las fuerzas vivas del país.
Lo anterior es importante por que el verdadero problema que enfrentará un próximo gobierno será el de la gobernabilidad. De no contarse, a priori, con un plan nacional, estructurado con prioridades y soluciones, los recursos del país serán vistos como una gran piñata a la cual todos tendrán derecho a acceder por la fuerza o por darles el primer “palo”.
Es probable que las instituciones del país no se hayan dado cuenta de lo menguada que es su posición actual. Pero si se dan cuenta y quisieran acelerar su recuperación, sin insertarse en un plan de desarrollo nacional coherente, correrán el riesgo de contribuir a una anarquía que hoy está arropada bajo el sueño frágil del conformismo.
La sociedad, dentro de un próximo gobierno, corre el riesgo de continuar en el estado de inmovilismo actual o de precipitarse sin rumbo a un rescate imposible de su antiguo esplendor.
En ambos casos, el país será ingobernable. Diez años de sumisión pueden desatar todo tipo de demonios y la visibilidad de un fracaso del régimen, que contó con recursos y apoyo popular, puede implantar en la mente colectiva la convicción de que el país es ingobernable y, por lo tanto, el mejor camino es el de “sálvese quien pueda”. Si no administramos con inteligencia, desde ahora, la transición a un próximo gobierno, visualizo organizaciones empresariales y sindicales, hoy silenciadas y pasivas, en la calle tratando de obtener de inmediato lo que perdieron durante diez años. El trabajador querrá mejores salarios. El empresario mejores ganancias. Los partidos políticos mayor poder. Las organizaciones de la sociedad civil mayor participación. La educación y la salud mayores recursos. Los jubilados mejores pensiones. Los analistas políticos, a través de los medios de comunicación, se darán un banquete destacando la ineficiencia y debilidad del nuevo gobierno y, en algún lugar del planeta, los enriquecidos corruptos del régimen actual celebrarán y planificarán gozosos su triunfal retorno. Bajo un escenario como el descrito, el chavismo obtendrá lo que nunca tuvo: el reconocimiento nacional de ser el único movimiento político capaz de controlar los instintos anarquistas de nuestra sociedad.
No es poco, pues, lo que está en juego y no podemos, continuar ocupándonos, y ni siquiera bien, solo de ganar elecciones sin pensar en el país que vamos a heredar.
En nuestra historia moderna no ha habido un cambio político más potencialmente traumático que el que enfrentamos hoy. Mientras más avanzamos en el tiempo más se requiere de instituciones fuertes. Los pesos y contrapesos del sistema democrático dependen de ellas. El mundo moderno ha enterrado a las improvisaciones como instrumento de progreso. La planificación estratégica es el arma para conquistar el futuro. Los viejos dichos de “amanecerá y veremos” o “en el camino se enderezan las cargas” solo sirven como intentos frustrados para explicar la imprevisión.
Hay que desarrollar, de inmediato, mecanismos para estudiar y prepararnos para el día “Después de Chávez”.
Ojalá que el inmediatismo no nos deje en la posición de Alicia (El País de las Maravillas) cuando al llegar a una bifurcación del camino le preguntó al gato “¿Por cual camino sigo?” El gato le respondió “¿A dónde quieres ir?” Alicia dijo “¡No se!” Pues entonces, ripostó el gato, “no importa cual camino escojas”.
¿Estamos?