domingo, 22 de julio de 2012

¿CHIP?

Una vez más este régimen enfrenta a un problema real con una respuesta equivocada. Intenta solucionar el contrabando de gasolina hacia Colombia mediante una forma de racionamiento al consumidor doméstico, que eso es el dichoso “chip”. El régimen sabe por permiso de quiénes y cómo se transportan los grandes volúmenes de gasolina a Colombia. Sabe donde se llenan los camiones cisternas y la ruta que siguen. Quiénes se benefician y cuánto pierde el país por hacerse la vista “gorda” ante este negocio. El margen de ganancia es de tal magnitud que aun repartiendo entre muchos, cada uno de los involucrados se beneficia. El contrabando de gasolina es un gran negocio del cual sacan provecho muchos peces gordos y otros no tanto.


Un nuevo gobierno debe tener la voluntad política y la moral cívica para desmontar a esa conocida mafia. Pero voluntad y honestidad pudieran no ser suficientes para terminar con un negocio tan rentable debido a la enorme diferencia entre los precios de Colombia y Venezuela. Todos sabemos que el subsidio a la gasolina, en este país, es insostenible a los niveles actuales. PDVSA entrega a los distribuidores la gasolina prácticamente regalada, ya que el precio al cual se vende al público no cubre los costos de producción, de almacenamiento, de distribución ni la retribución del capital invertido en las estaciones de servicio.

Lo que se requiere, cuando salgamos de la pesadilla de este régimen, es implantar un sistema de precios de la gasolina al consumidor que permita: 1) Que participen, en el mercado doméstico, diversas empresas públicas y privadas. 2) Que puedan competir entre ellas mediante calidad de servicio y diferentes ofertas en los precios de la gasolina al público. 3) Que parte de la ganancia de PDVSA y del gobierno, por el aumento de precios vaya a un fondo especial que sirva para financiar proyectos de salud y educación pública.

Para lograr lo anterior habrá que abrir la distribución y el mercadeo doméstico al sector privado. El Ministerio de Energía y Petróleo deberá fijar los precios de la gasolina dentro de una banda cuyo nivel inferior sea su costo de producción en nuestras refinerías, más un margen que permita una ganancia pequeña para PDVSA y para los distribuidores. En su nivel superior, un precio ligeramente más bajo que el precio de exportación de la gasolina (Los venezolanos siempre tendremos un precio menor al internacional). Dentro de esa banda, las diferentes empresas que tengan presencia en nuestro mercado ofrecerá cada una sus precios. Por último, el fondo especial debe ser diseñado bajo modelos ya conocidos como por ejemplo, el de Irán. Lo importante es que el ciudadano sepa que el aumento del precio de la gasolina tendrá un destino cierto que lo beneficiará directamente. Si el nuevo gobierno decide que al aumentar la gasolina tiene que subsidiar al transporte público, que lo haga mediante aportes directos al sector. Lo que no debe hacer, como algunos han sugerido, es establecer precios diferentes para varios sectores. Eso sería sustituir al contrabando por otra fuente de corrupción. Por cierto, que cualquier subsidio debe ser cuantificado con anticipación e incluido en el Presupuesto Nacional como un desembolso y no cargado a PDVSA para que se pierda en sus grandes números, como se hace hoy.

El “chip”, como ya se ha demostrado en Maracaibo, sólo produce rechazo de la población. Los problemas complejos no tienen soluciones simples y el régimen debe cuidarse de no castigar a un pueblo que ni tiene la culpa ni se beneficia del contrabando.