domingo, 19 de abril de 2009

LA HERENCIA

La política de tierra arrasada de Chávez basada en la filosofía Giordana: “Sin pobres no hay revolución” nos llevará, más temprano que tarde, a la inevitabilidad de un país quebrado fraudulentamente. En este esfuerzo el régimen ha recibido la ayuda inesperada de la crisis mundial que ha acelerado la debacle económica del país. Las consecuencias han sido el adelanto por parte de Chávez de su esfuerzo por llevar a Venezuela al estado político social que tiene planificado desde sus años de conspiración cuartelaria (dictadura/militarismo/comunismo).

Sobre la dimensión de la crisis por venir no pueden haber dudas. Basta con recordar lo siguiente:

1. La producción petrolera está en franca declinación.
2. El régimen no ha ahorrado lo suficiente para compensar por esa menor producción y la caída de los precios petroleros.
3. No hay posibilidades de inversiones extranjeras importantes.
4. El endeudamiento externo será costoso y difícil de obtener mientras que el interno se agotará rápidamente
5. El sector privado nacional ha sido disminuido en su capacidad de producción.
6. Los pesos y contrapesos del sistema político y económico han sido confiscados (poderes públicos y BCV).
7. La inflación no podrá ser controlada y los costos de los servicios públicos aumentarán.
8. No habrá suficiente disponibilidad de caja para continuar financiando, a sus niveles históricos, las Misiones y otros subsidios sociales.
9. Aumentará la demanda por servicios de salud, educación y vivienda suministrados por el Estado. Al no haber respuestas adecuadas se presentarán conflictos sociales.
10. El régimen no recibirá apoyo internacional. El prestigio de Chávez pierde terreno a diario en el campo de las relaciones externas.

Estos y muchos más son los problemas que enfrentará el régimen a muy corto plazo, lo cual no debería alegrar a nadie, por dos razones. Una, porque este es nuestro país y eso sería “escupir para arriba” y dos, porque tarde o temprano cualquier nuevo gobierno va a heredar el desastre que ha construido Chávez con la ayuda silenciosa de muchos de nuestros ciudadanos.
Un exprimer ministro japonés definió la tarea para administrar la crisis económica así: “Antes, por el aumento continuo de los ingresos, nos complacíamos en la redistribución de la riqueza. Ahora, tenemos que redistribuir los costos” Allí está la medula del problema ¿Quiénes van a pagar los costos de la crisis? Si, como de costumbre en Venezuela, el costo mayor lo pagarán los más pobres, este régimen no concluirá el período para el cual fue electo. Lo cual le sugiere a algunos que se debe profundizar la crisis para crear un estado de ingobernabilidad… ¡Peligroso! Personalmente creo que la crisis social vendrá montada en la económica y sobre ésta la crisis política, porque el régimen es demasiado incompetente y corrupto para identificar y tomar las medidas necesarias para mitigar la crisis.
Por lo tanto, frente a esta realidad, la oposición debe ajustar su estrategia y su estructura para la acción. Bien está participar en las elecciones por venir, pero hay que salirle al paso al régimen cuando viola la Constitución, cuando pierde elecciones y arrebata y cuando día a día convierte al país en un desierto desolado de todas las cosas amables que nos dio la democracia por más de 40 años. Si nos conformamos, corremos el riesgo de vivir en un sitio abandonado por Dios y sus habitantes, como el que describió García Márquez en “La Candida Erendira”, uno “donde los chivos se suicidaban de desolación cuando soplaba el viento de la desgracia”
¿Estamos?