domingo, 26 de abril de 2009

EL COMANDANTE NO VE EL GAMELOTE

Entre las patologías más crueles está la ceguera. No poder ver es una de las peores tragedias del ser humano. Esta dolencia puede ser consultada con especialistas como el Dr. Guillermo “Pibe” Pereira quien lleva más de 50 años mejorando nuestra vista y sigue tan campante. Pero ni el “Pibe” puede curar otro tipo de ceguera muy corriente en Venezuela. Se trata de la ceguera cultural que, a su vez, se manifiesta de dos formas: La ceguera cultural física y otra más abstracta. La cultural física tiene que ver con la muy corriente “enfermedad” de mirar las cosas y no verlas. El ejemplo más vívido en mi memoria de esta aflicción la presencié en una visita a un campo petrolero que, en los tempranos días de la estatificación, fue cedido a un contingente militar a las órdenes de un Comandante. El alto oficial ocupaba la residencia que había sido del superintendente, situada frente a un campo de golf que, en época anterior, era una loza verde cuidada y regada. El Comandante se sentaba en el porche, se tomaba varios whiskies, servidos por fieles reclutas y miraba el campo de golf ahora lleno de gamelote…y no lo veía. No le molestaba el descuido y el abandono restregándole la vista. (Había más de 100 soldados que podían cortar el monte)
Hay otros ejemplos, presentes en la Venezuela de hoy: los huecos en las calles, los buhoneros, los ranchos de los cerros, el río Guaire, la basura sin recoger. Los reposeros y los efectivos de la milicia que cobran por no hacer nada. Parece, por múltiples experiencias, que muchos oficiales del sector militar sufren de ceguera cultural. Tanto la física como la más abstracta por la cual muestran la misma indiferencia ante el asalto a la propiedad privada. El desconocimiento del derecho ajeno. El irrespeto al prestigio de las personas. Los insultos y descalificaciones inaceptables. La indiferencia al derecho a la vida que se manifiesta en la inseguridad ciudadana. Las violaciones constantes a la Constitución y las leyes de la república. El ventajismo obsceno del régimen en todos los procesos electorales. La ausencia de servicios nacionales de salud y de educación. El déficit de vivienda.
Uno no sabe si atribuir estas cegueras a un esfuerzo consciente por ser selectivo en lo que se ve, o si la ausencia de visión se debe a que el bagaje cultural que acompaña a los “ciegos” es tan escaso y tan pobre que realmente no “ven” lo que tienen al frente y pueden, sin rubor, describir paisajes que no existen o ignorar realidades que le golpean la cara.
Un caso de ceguera cultural excepcional, tanto física como abstracta lo sufre el Presidente de la República. Es la única manera de explicarse que por sus manos hayan pasado, en 10 años, más de 700 millardos de dólares y no se haya dedicado a reparar todo lo que está “roto” en Venezuela, que es bastante, como pudimos apreciar por la incompleta lista de cegueras mencionadas al comienzo. Pero el Presidente que no ve las miserias que lo acompañan todos los días también tiene una ceguera cultural que le suministra un antídoto contra el sentido del ridículo, lamentablemente ausente en sus numerosos discursos, en sus actitudes ante personalidades extranjeras y en la más que ridícula camiseta roja sobre la cual se pone una ridícula chaqueta militar, en cuyos hombros coloca un ridículo “sol” como una insignia para recordarnos el generalato que nunca obtuvo.
Sin duda, unos de los gravísimos problemas del país es que “el Comandante no ve el gamelote”… ¡No lo ve! O quizás la explicación sea que sí lo ve… y no le importa.