PETROLEO
Le debo a Diego González las cuantificaciones que siguen:
- Después de 10 años de promulgada la Ley de Gas, no hay suficiente para cumplir los requerimientos industriales y domésticos. No hay planta nueva para producir gas de bombona y estamos importando gas de Colombia. – A 8 años de promulgada la Ley de Hidrocarburos no se ha producido un solo barril nuevo de petróleo. Ni una nueva refinería ni una nueva petroquímica.
– Se cumplieron 4 años y 7 meses del anuncio del Plan Siembra Petrolera que incluía la perforación de 196 pozos exploratorios, miles de pozos productores y la reparación de muchos pozos inactivos, todo para elevar la producción a 5.8 millones de barriles diarios (b/d). Sin embargo, la producción es hoy de 2,2 millones b/d (niveles de 1991). En el 2009 no se completó ningún pozo exploratorio. – La ampliación de nuestra capacidad de refinación, incluida en el plan, no se llevó a cabo, como tampoco se produjeron los 21.000 b/d de etanol también incluidos.
– Los resultados de PDVSA no auditados, para el primer semestre del 2009, reflejan una caída brusca en el ingreso y en la ganancia operativa. Las compras de crudos y productos refinados a terceros se elevaron a 989.000 b/d a un costo de $8.431 millones. Esto para ocultar la caída en la producción y justificar la mentira de la producción reportada oficialmente de más 3 millones b/d.
Entre junio 1999 y junio 2009 PDVSA ha recibido ingresos por $726.096 millones. De los cuales $220.975 millones fueron aportes tradicionales a la nación. $58.622 millones aportes a programas sociales y Fonden. Total ingreso a la nación $274.597 millones con un precio promedio para el periodo de $47.3 por barril.
Hasta aquí lo de Diego. Lo trágico de estas cifras es que destacan las mentiras con las que el oficialismo adorna la caída estrepitosa de PDVSA. La irresponsabilidad con la cual se ha administrado tanto a la empresa como a los recursos generados por el petróleo. No es sólo incapacidad técnica y administrativa. Hay además dos factores que contribuyen al desastre. Uno, la corrupción. Jamás en la historia de nuestro petróleo, ni cuando Gómez otorgaba concesiones a sus amigos, se había visto corrupción igual. No sólo por apropiaciones indebidas, aunque eso abunda, sino también por el papel de maula que ha asumido PDVSA al no pagarle ni a sus suplidores ni a quienes les prestan servicios de cualquier tipo, por no hablar de las empresas de servicio que ha confiscado sin compensación alguna a sus verdaderos dueños.
El otro factor tan grave como el anterior es una ideología para “nivelar por lo bajo” que ha convertido a la PDVSA, empresa exitosa de categoría mundial, en una cantina de cuartel. Que más se puede esperar de quien alega que “ser rico es malo” y del otro que afirma que “sin pobres no hay revolución”.
El año 2010 será aún peor para PDVSA. Sus inversiones se reducirán al mínimo. Sus ingresos serán confiscados para implantar planes sociales de efecto inmediato y para financiar una campaña electoral que abusará del ventajismo oficial para tratar de impedir la debacle anunciada en las elecciones municipales y parlamentarias.
Pero, puede haber también una debacle mayor si esta novedosa actitud de Chávez, de castigar a sus boliburgueses se extiende hasta Rafael Ramírez y salen a la luz pública los latrocinios que se han cometido y se identifican lo numerosos beneficiados del despojo.
Después de Chávez habrá que cerrar PDVSA y escribir nuevas reglas del juego que pueden o no incluir a una nueva empresa petrolera nacional.
Pero eso, no sucederá en el 2010.