En un reciente ensayo de la revista Time se alega que uno de los grandes problemas de las autocracias es que seleccionan a sus funcionarios por la lealtad y no por la honestidad. Esto tiene cierta lógica. El caudillo requiere apoyo total y lealtad a sus políticas, a su ideología y a sus caprichos. Si sus colaboradores fuesen hombres honestos, no podrían apoyar los actos de corrupción del régimen y las razones inaceptables que se esgrimen para tomar decisiones obviamente equivocadas o llenas de oscuras intenciones. Por ejemplo, ¿cómo se puede apoyar una Ley Habilitante dictada con el cacareado propósito de tomar decisiones para favorecer a los damnificados y después permitir que bajo ese paraguas el Presidente dicte una Ley de las Milicias? ¿Cómo dejar sin investigación parlamentaria los casos de los alimentos podridos, ciertos contratos de PDVSA como el de la gabarra Pearl que se hundió y las denuncias de Makled? ¿Cómo se le permite decir al Presidente que la culpa de la recesión económica la tiene la deuda heredada de la Cuarta República cuando su régimen la ha multiplicado más de tres veces? Que las briqueteras de Guayana producen ahora más que antes de su estatización cuando hay que importar cabillas como nunca. ¿Cómo hablar de un movimiento sindical fuerte cuando se persigue a esas instituciones y se proscribe la negociación colectiva? ¿Cómo se atreve Chávez a comparar los resultados de empresas estatizadas con las privadas de antaño (Sidor, las cementeras, las empresas agrarias)? Nada de lo expropiado por el Estado resiste una auditoria seria ¿Cómo se puede apoyar a los convenios con Cuba, los regalos a Nicaragua y Uruguay. Los aportes financieros a Ecuador y Bolivia. El maletín para Argentina. La pérdida de millones de dólares del fondo de pensiones de PDVSA y la descarada mentira en la Asamblea Nacional del ministro/presidente al alegar que ese fondo lo administraban los jubilados? ¿Cómo explicar el uso y abuso de los millones que maneja el Presidente en un presupuesto paralelo? ¿Cómo apoyar al régimen cuando alega no tener fondos para mantener la vialidad. Aumentar los sueldos. Invertir en PDVSA y las empresas de Guayana. Resolver el problema eléctrico. Reparar y acondicionar a los hospitales y reparar y construir las escuelas que faltan en el país? Coloco aquí un largo etcétera de apoyos por parte de los funcionarios del régimen a decisiones y omisiones que son el resultado de una lealtad que debe definirse como un vicio y no como una virtud. Más aun, lo anterior ya no es lealtad, es sumisión (acción de someterse a la voluntad de otra persona)
La honestidad es otra cosa, en palabras del profesor Stephen Carter requiere de tres pasos: 1. Discernir entre lo que está bien y está mal. 2. Actuar de acuerdo a lo discernido aun a un costo personal. 3. Aceptar públicamente que se actúa de acuerdo a una preferencia del bien sobre el mal. Esto último, es importante en un país donde nos avergonzamos de nuestra honestidad, de nuestra ideología (capitalista) y nos negamos a apoyar a instituciones como Fedecámaras porque nos hemos dejado inculcar la noción que todos los empresarios son deshonestos. Permitimos, además, que el régimen reescriba la historia por temor a defender un pasado reciente que tuvo mucho más logros y virtudes que los que puede exhibir el presente régimen.
Miremos con optimismo al 2013 cuando tendremos un nuevo gobierno que manejará los conceptos de lealtad y honestidad como virtudes fundamentales de funcionarios pensantes y no sumisos.