miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL PETROLEO Y EL PROGRESO (II)

Nuestro artículo del domingo pasado fue titulado: “El petróleo y el progreso”. El correcto era “El petróleo como instrumento de progreso”. Un “duende” de la redacción simplificó el nombre correcto del libro escrito por Pedro Luis y Luis Roberto Rodríguez, motivo de mis comentarios. Pero mi mala suerte como columnista no terminó allí. Pretendí finalizar el artículo con una cita de Einstein la cual también fue mutilada. Ha debido leer así: “Locura es hacer lo mismo, una y otra vez, y esperar resultados diferentes”.


El Estado venezolano pese a que, como lo señalan los autores, ha cometido graves errores en el diseño de su política petrolera, no hay duda que, por otra parte, los logros que ha obtenido la industria a través del tiempo son indiscutibles.

Para efectos de un análisis del progreso del sector petrolero dividiremos su historia arbitrariamente en tres grandes bloques. 1. Desde sus inicios hasta que fue promulgada la Ley de Hidrocarburos en 1943. Esta ley incorporó ordenadamente todos los avances que se habían realizado a la fecha y algunas más, a través de arduas y difíciles negociaciones con las concesionarias extranjeras. Una ley muy avanzada para su tiempo y de las más duraderas en la historia de la legislación venezolana.

2. La estatización del petróleo entre 1975 y 1976. Mal llamada “nacionalización” porque no le dio a los nacionales-ciudadanos la propiedad del petróleo y además, estatizó a las tres empresas, Mito Juan, Las Mercedes y Talón Petroleum Company, que eran propiedad de venezolanos (¿cómo se puede nacionalizar empresas de nacionales?) Pese, a algunas críticas que de manera muy puntual se le han hecho a este proceso desde sus inicios hasta nuestros días, que el libro señala con lujo de detalles, especialmente, al destacar el conflicto casi inevitable entre los objetivos de los estados-gobierno que se comportan como un propietario del sector petrolero y la empresa estatal operadora (PDVSA). Tarde o temprano el Estado impone sobre la empresa sus objetivos de obtener una mayor participación de las ganancias del sector petrolero mientras que la empresa aspira a que el negocio genere lo suficiente para reinvertir y crecer. Además, el Estado tiene la tentación de tomar decisiones, que deberían ser comerciales, por razones políticas, afectando negativamente los resultados financieros de la empresa operadora.

3. La era Chávez, a partir de 1999, fecha de la instalación de su gobierno. Si bien es cierto que en los dos bloques mencionados al principio hubo una evolución positiva de la industria petrolera, a partir del actual régimen, hay una involución. Se redujo la producción. Aumentó el endeudamiento. Pese a los elevadísimos precios del petróleo PDVSA no tiene suficiente flujo de caja para crecer o por lo menos mantener el nivel de producción pre 1999. Aumentaron exponencialmente los accidentes industriales. Ha habido un gran incremento en la nómina de su personal. La corrupción es galopante y parafraseando a Einstein: La industria petrolera actual cree que repitiendo las mismas “locuras” con las cuales inició su gestión puede obtener resultados diferentes a los trágicos e inaceptables que exhibe a la fecha.

En el libro los Rodríguez analizan y proponen, como lo describimos en nuestro anterior artículo, recomendaciones para una inteligente discusión sobre un futuro positivo y esperanzador para la industria petrolera venezolana.