martes, 25 de febrero de 2014

PARAMILITARES

La destacada analista política Elizabeth Burgos (Revista Zeta, 20-02-14) compara las“Brigadas de Respuesta Rápida” de Cuba con las llamadas“Brigadas de la Paz” de Venezuela, más conocidas como los“colectivos armados” que, junto con las milicias, a diferencia de las brigadas cubanas, constituyen una verdadera fuerza paramilitar. En“eso” se parecen más a las autodefensas de Colombia, salvo que estas últimas en su inicio se organizaron como una reacción de campesinos, dueños de fincas y pobladores acosados por la guerrilla de ese país. Mientras que en Cuba y en Venezuela los grupos se crearon por iniciativa de los gobiernos de estos países.
En Cuba las Brigadas son grupos vecinales o municipales cuyas armas son palos, bates, tubos y cualquier artefacto de origen doméstico. No pueden, pues, calificarse como fuerzas paramilitares. Además, estos grupos están bajo el absoluto control de los gobiernos municipales y del partido comunista cubano.
La historia de las autodefensas colombianas es otra. Su origen, como ya dijimos, fue civil para defender sus propiedades. El gobierno se hizo la vista gorda y no solo permitió la existencia de estos grupos sino que soterradamente les prestó apoyo con armas y entrenamiento militar. La excusa era que las“autodefensas” ayudaban al ejército colombiano a combatir a la guerrilla. Paulatinamente y en la medida de que las defensas se fortalecían militarmente pasaron dos cosas: Uno, se desnaturalizaron los objetivos iniciales y las autodefensas se convirtieron en un fuerte aparato paramilitar con metas propias. Dos, los fundadores originales perdieron el control sobre el monstruo que habían creado y las autodefensas se volvieron contra ellos al convertirse en un auténtico paramilitarismo, que por igual, atacaba a la guerrilla como a los campesinos y a los pueblos que se le oponían. Tiempo después, en busca de recursos, hicieron alianzas con el narcotráfico y en algunas regiones con su enemigo de origen, la guerrilla.
En Venezuela, los llamados “colectivos”, armados y promocionados por Chávez, para defender a la revolución son hoy una “papa caliente” para Maduro que ya no sabe si apoyarlos o combatirlos. No importa lo que piense, si no actúa rápidamente, no solo para desarmar sino para desmovilizar a ese grupo anárquico que ataca por igual a manifestaciones de la oposición y a bienes públicos del Estado, se verá acosado en dos frentes: La oposición organizada con protestas de calle continuas y los paramilitares que incendiaran al país sin otro objetivo que aprovechar las armas que les dio el régimen, para constituirse en una fuerza que no obedece a ninguna dirección externa. Si Maduro, Cabello o Rodríguez Torres o cualquier otro dirigente del oficialismo, cree que controlan a esos criminales que su régimen creó, están equivocados y ya lo deben saber. Si en algo pueden coincidir el régimen y la oposición es en la necesidad prioritaria de acabar, no solo desarmar, sino desarticular por arriba y por abajo a ese paramilitarismo antes de que llegue a males mayores.
Lo urgente de esta acción esta a la vista de todo. Si Maduro quiere hablar de paz tiene que desarticular ese instrumento para la violencia e inseguridad que creó su padre e inspirador, Hugo Chávez Frías.
No habrá paz en Venezuela mientras los paramilitares, armados con equipos de guerra, asesinen por igual a los ciudadanos de este devastado país.