domingo, 26 de octubre de 2008

LA DISTRIBUCION AL REVES

La semana pasada el humorista y comentarista norteamericano Bill Maher con su proverbial irreverencia dijo: “Estoy seguro que Obama ganará las elecciones. Tiene el apoyo de los liberales por razones obvias y el de los conservadores porque a estos les encanta emplear a un negro para que les limpie sus porquerías” (“… clean up their mess”). El auditorio reaccionó entre divertido y sorprendido y Maher aclaró: “No estoy dispuesto a inhibirme en mis chistes y comentarios sobre Obama porque sea negro. Lo trataré con el respeto y la irreverencia con la cual trato a todos”.
Ese comentario de manera muy gráfica ilustra el difícil equilibrio que han logrado las relaciones interraciales en los EE.UU. Un negro puede ser el candidato a la presidencia de ese país. Presidente de una empresa. Estrella de Hollywood. Escritor y artista famoso pero todavía existe una “tierra de nadie”, la cual hay que pisar con mucho cuidado si eres blanco y quieres hacer alguna referencia a los negros. Casi invariablemente los comentarios, aunque sean jocosos, corren el peligro de tomarse como discriminatorios. Esa sensibilidad es menor si quien hace el comentario es un negro sobre un blanco. Existen, revistas para negros (Black Enterprise Magazine). Si se llamara “White Enterprise Magazine” sería inaceptable. Algunas universidades se anuncian como las más propicias para el éxito de los estudiantes negros y en efecto a ellas acuden muy pocos blancos. Morehouse College, Hampton University, Florida A&M University, University of Maryland, Dillard University y otras tienen más del 90% de estudiantes negros. Lo contrario, también es cierto. Stanford, Columbia, Williams College, tienen menos del 10% de estudiantes negros, pero no se anuncian como universidades para blancos.
El estado en el cual se encuentran las relaciones interraciales en los EE.UU se va a poner a prueba en las próximas elecciones presidenciales. Para algunos, que Obama lleve solamente una pequeña ventaja en las encuestas pudiera ser un síntoma de que la raza pesa dentro de ciertos sectores de los EE.UU. Los que así piensan ponen en la balanza, por un lado a Obama, joven y brillante, sin lastre político importante, demócrata, buen orador y carismático. Por el otro lado McCain, ya entrado en años, político convencional, mal orador, de escaso carisma y perteneciente al partido republicano, culpable de los desastres que hoy afectan a los EE.UU. Pareciera que, en sana lógica, cualquier candidato del partido demócrata, con cierto atractivo, debería ser a estas alturas un ganador claro, más aún si tiene las virtudes que se le atribuyen a Obama.
La discriminación racial en los EE.UU va a ser sometida a una prueba casi definitiva y definitoria de su estatus actual el próximo 2 de noviembre. Lo más grave es que si Obama perdiera, el argumento de la discriminación racial será utilizado como la causa principal, aunque los sociólogos encuentren otras razones para explicar los resultados.
Hasta ahora, Obama parece haber superado la prueba racial. Derrotó a Hillary Clinton, política veterana que parecía no tener contendor a la vista. Recibió la mayor cantidad de dinero para su campaña que haya sido obtenida por candidato alguno. Tiene el apoyo de la mayor parte de la elite intelectual y de los medios más importantes de comunicación, sin embargo, le falta superar la prueba más difícil: Obtener, si aspira a triunfar, una porción importante del voto más conservador de los EE.UU. El definido por algunos como el “Middle America”.
Si Obama gana la presidencia, el pueblo norteamericano habrá marcado distancia con el último de sus fantasmas.
¡Suerte!