La sesión de la Asamblea Nacional donde se interpeló al ministro de Energía y Petróleo, me dejo muy preocupado, más por la actuación de los parlamentarios de oposición y menos por las mentiras del ministro, lo cual era de esperar (Este régimen no podría sobrevivir si dijera la verdad). Se cayó en la trampa de permitir que se desviara la agenda programada hacia una discusión bizantina sobre si se irrespetaba a la Fuerza Armada (FAN) por no haber asistido la oposición a la sesión de Angostura como protesta hacia el orador General Rangel Silva. Se intentó separar una condena al General de una censura a la institución. No se puede. Hay que reclamarle a la FAN que no haya tomado medidas disciplinarias contra ese oficial que amenazó a la democracia. Por eso, para mí, lo más grave es que todavía se le tema a los militares como si fueran los árbitros de nuestro futuro. Que asumamos que están más allá de toda crítica y que oficialismo y oposición compitan en demostrarles sumisión. En los países donde el poder militar está subordinado, de verdad, al poder civil ese General habría sido retirado. La oposición tenía que haber pospuesto para otra ocasión respuestas más contundentes a la FAN, dejando claro que quienes la irrespetan son los oficiales que actúan fuera de la Constitución en abierta violación a la esencia de la democracia.
Lo segundo que me preocupó fue la carga negativa que el oficialismo le puso a palabras como Fedecámaras, meritocracia, sector privado. En el mundo de ellos los empresarios son un obstáculo a vencer, el sector privado y la privatización, malas palabras que hay que erradicar del lenguaje y la meritocracia un ardid para engañar incautos. Debemos convencernos de que sin un sector privado productivo, inversionistas, gerentes eficientes y sindicatos modernos no habrá progreso. Basta con analizar a los países exitosos de hoy como China, Singapur, Brasil, Chile, Corea del Sur, que lo han sido por estimular al sector privado y enterrar los mitos de sistemas educativos anacrónicos como el nuestro. Lo que verdaderamente preocupa es la falta de toma de posición de nuestros diputados. ¿Porqué nadie se levanta y dice: yo sí apoyo a Fedecámaras? ¿Porqué cuando confiscan una empresa la mayoría se opone alegando defender los puestos de trabajo pero muy pocos expresan su apoyo directo a los propietarios y a la gerencia? ¿Porqué cuando se critica el fracaso de las empresas estatizadas se condena la ineficiencia del régimen administrador, pero no se dice que el sector privado era más eficiente y que un nuevo gobierno tendrá que reprivatizar lo confiscado y bastante más? ¿Porqué nadie le recuerda al ministro Ramírez ante su diatriba sobre la antigua PDVSA y su descalificación de la Apertura Petrolera, que ese proceso le dejó al país 600.000 barriles diarios (b/d) de producción nueva en la Faja del Orinoco y 500.000 b/d en los Convenios Operativos, que este régimen comunista no ha producido un solo barril nuevo y que todos los Planes de Negocios de PDVSA se han incumplido groseramente? ¿Será posible que mucha de nuestra oposición sea todavía estatista de corazón? Si esto es así, el problema somos nosotros y …Chávez.
Nuestros parlamentarios tienen que organizarse mejor y actuar en sintonía para poder repreguntar al interpelado, además de hacer cada diputado su propia pregunta si hubiese tiempo. Lo más importante: no hay que permitir que la FAN sea tabú y que privatizaciones, empresarios y sindicatos se conviertan en palabras devaluadas por el desgaste inaceptable de su importancia.