Hace poco en mi casa se quemó un horno eléctrico, dos tomacorrientes y los cables de 3 lámparas de techo, todos, según los técnicos por cambios repentinos en el voltaje. Me dicen que tengo suerte, a otros se les han quemado neveras, lavadoras y aires acondicionados. Pero démonos por bien servidos porque en Caracas, si bien se destruyen nuestros artefactos por lo menos “no se va la luz” salvo cuando el accidente en el sistema nacional eléctrico es de tal magnitud que los que “administran” los cortes no tienen más alternativa que interrumpir el suministro a los “privilegiados” de la capital.
Todos los técnicos que conocen el problema coinciden en lo siguiente: 1. Los vilipendiados gobiernos anteriores dejaron para su implementación un plan de inversiones en los sistemas de generación y distribución que cubrirían las necesidades del futuro tanto industriales, comerciales como doméstica. 2. Durante este régimen se le asignó dinero suficiente al presupuesto nacional para cumplir con el plan eléctrico heredado. 3. No se invirtió en los nuevos proyectos y se descuidó criminalmente el mantenimiento de lo existente. El resultado ha sido que ni el Gurí ni las grandes plantas termoeléctricas trabajan a su capacidad operativa. 4. En los 13 años del régimen más de 7.000 empresas han cerrado sus operaciones. 5. El régimen ha confiscado empresas agroindustriales, cementeras, acerías, contratistas petroleras y un largo etcétera. Ninguna de las cuales produce a los niveles que lo hacía antes. 6. PDVSA produce un millón de barriles diarios menos que su nivel del año 1999. Las refinerías interrumpen sus operaciones con alarmante frecuencia por falta de mantenimiento y/o interrupciones del servicio de energía eléctrica.
Si sumamos la disminución en el consumo de energía eléctrica que supone todo lo anterior, no entiendo como la culpa del desequilibrio entre oferta y demanda de electricidad pueda atribuirse, como lo ha hecho el régimen, al “consumo irresponsable” de la ciudadanía. Otra gigantesca mentira que pretende tapar 13 años de descuido, corrupción y desinversión en el sector.
Ahora, la solución que ofrece el gobierno es crear un ministerio, castigar a los ciudadanos con un sistema tarifario hecho para que los usuarios tengan forzosamente que pagar una multa por “excesos” de consumo y correr el riesgo de que le suspendan el servicio si “reincide en su abuso”. Ahora bien, está demostrado que un consumo de 500 kilovatios mensuales (lo asignado a la región central) solo cubre lo que consume una nevera, una lavadora, un televisor y los bombillos. ¿Y la congeladora, cocinas eléctricas, plancha, aire acondicionado, etc?
Uno de los argumentos usados es que las tarifas son subsidiadas y como no se elevarán, los consumidores deben reducir, aun más, su calidad de vida. Ante esto le pedimos que den primero un buen servicio. Inviertan. Mántengan. Distribuyan y cuando todo eso funcione, entonces, ajusten las tarifas. Más del 30% de la electricidad suministrada no la pagan los usuarios que se la “roban”. Arreglen eso. Las empresas del Estado, los ministerios y todo lo que “huela” a Estado no paga y tiene una enorme morosidad con Edelca y con las empresas que facturan ese servicio. Paguen. Pónganse al día. Aquí los únicos que sufrimos, ahora y en el futuro, somos los ciudadanos que estamos al día con la facturación por el servicio. Típico de este régimen es cargarle la culpa a los que no son responsables de sus ineficiencias, su corrupción y su ignorancia. Menos mal que el pueblo ya no come cuento.